Tras el desalojo en AGR-Clarín

Con una orden judicial de desalojo y un descomunal operativo policial, el gobierno macrista logró el 7 de abril terminar con la ocupación de Artes Gráficas Rioplatenses, propiedad del Grupo Clarín. En medio de una importante movilización en apoyo a su lucha, los obreros que mantenían la toma desde hacía 82 días decidieron salir de la planta, no sin antes registrar con abogados el perfecto estado del establecimiento y las máquinas. Pablo Viñas, secretario general de la comisión interna, anunció que seguirán la lucha por la reincorporación montando una carpa en las puertas de la planta y con nuevas movilizaciones como la que ya realizaron al Ministerio de Trabajo el 14 de abril. Así, el conflicto entró en una nueva etapa.

Desde el principio se hizo evidente que iba a ser una lucha muy dura, por el marco de ajuste general y porque el Grupo Clarín no solo es uno de los principales monopolios del país y un aliado fundamental del macrismo, sino que tiene una gran capacidad de cercar mediáticamente el conflicto.

Fue un gran acierto de los trabajadores de AGR y su comisión interna la decisión de ocupar la planta ante el anuncio del cierre y los 380 despidos, lo que fue posible por la preparación previa. Alrededor de la toma se articuló toda la lucha de los trabajadores y sus familiares y la solidaridad obrera y popular, logrando frenar el primer intento de desalojo represivo, denunciando la maniobra de Clarín como parte de una ofensiva de ajuste y flexibilización laboral, y constituyéndose en un centro de irradiación de la propuesta de ocupar toda fábrica que cierre o despida y de la exigencia del paro nacional.

Con alcances y límites, desde la Comisión Interna conducida por la lista Naranja se buscó acertadamente la unidad con la Federación Gráfica Bonaerense, dirigida por la Corriente Federal alineada con el kirchnerismo. Ésta realizó algunas acciones de apoyo a los trabajadores de AGR en contra de su enemigo declarado, a la vez que evidenció su propio sectarismo. De este modo, se logró la realización de un paro de 24 horas en apoyo (el primero del gremio en más de 30 años), dos movilizaciones, la segunda de las cuales terminó rompiéndose, y la resolución del Cuerpo de Delegados de no imprimir en ninguna planta los trabajos de AGR, cosa que solo se llevó adelante parcialmente. El resultado fue que no se logró la imprescindible unidad de todos los trabajadores gráficos, cosa que desde ya no se reducía a los acuerdos con la dirección gremial aprovechando sus contradicciones con Clarín, sino que dependía fundamentalmente de las bases de las demás fábricas gráficas.

Los trabajadores de AGR-Clarín llevaron adelante múltiples iniciativas para romper el cerco mediático, logrando que el conflicto se conociera y ganara un importante apoyo popular, que se expresó entre otras cosas en el fondo de huelga y en las redes sociales. Entre las más importantes estuvo la elaboración de la revista “VIVA las luchas obreras”, que, de paso, mostró una vez más que los mismos trabajadores pueden poner en producción una empresa sin necesidad de los patrones. Los plenarios obreros convocados por AGR lograron agrupar a sectores importantes del sindicalismo combativo y clasista.

Se llevó adelante una campaña de boicot que apuntó a afectar al monopolio por vía de sus consumidores. Aunque la clave para darle un golpe contundente a Clarín no era otra que lograr afectarle o paralizarle la producción, lo que no se podía lograr desde AGR. En ese sentido fue la iniciativa de bloquear la planta de Zepita donde se imprime el diario. Pero para lograr un golpe decisivo esto hubiera requerido la acción común de todos los trabajadores gráficos, para que no se produjeran los trabajos de AGR e incluso ninguno del Grupo.

En estas condiciones, y con el macrismo en una ofensiva represiva tras el paro nacional del 6 de abril, el desalojo era previsible. La dirección de la FGB ni se asomó el día que cientos de policías cercaban AGR, no llamó a paralizar las fábricas y ni siquiera sacó un comunicado de repudio.

El brutal operativo policial para el desalojo dejó una vez más en evidencia el carácter de la política de Macri en favor de los monopolios. Y reafirmó también la necesidad de la mayor unidad obrera dentro de cada gremio, desbordando a las direcciones conciliadoras o vacilantes, para torcerle el brazo a los despidos y la flexibilización laboral. La lucha de los trabajadores de AGR no ha terminado. El ejemplo y las enseñanzas de los 82 días de ocupación constituyen ya un importante aporte para la lucha de la clase obrera.