1976-77: Los trabajadores de Luz y Fuerza contra la dictadura

Entre octubre de 1976 y marzo de 1977, en uno de los peores momentos de la represión dictatorial, los trabajadores de las empresas eléctricas de la Capital y el Gran Buenos Aires protagonizaron una gran lucha enfrentando los planes de la dictadura de Videla para la clase obrera y las empresas estatales.

Tras el golpe del 24 de Marzo, el Sindicato de Luz y Fuerza, que comprendía a los trabajadores de las empresas de electricidad estatales y privadas (SEGBA, Agua y Energía, DEBA, Compañía Ítalo-Argentina) había sido intervenido. También se intervino la empresa SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), que desde 1973 estaba “autogestionada” por la dirección del Sindicato. La intervención militar se lanzó rápidamente a una política de racionalización, despidiendo a 260 empleados y violando sistemáticamente los acuerdos en los lugares de trabajo. Ante esta situación comienzan algunos actos de resistencia de los trabajadores, con paros cortos y distintos actos de sabotaje.

El 5 de octubre de 1976 SEGBA anunció el despido de 208 trabajadores, los que incluían a todos los miembros del ex-Consejo Directivo del Sindicato, delegados y activistas. Frente a esto se realizan asambleas, más de 1.000 trabajadores marchan a la sede del Sindicato y se inicia una huelga de brazos caídos, unificando el reclamo contra los despidos, las violaciones al convenio colectivo, la rebaja de salarios, entre otros puntos. La medida violaba de manera directa las disposiciones dictatoriales que habían derogado el derecho de huelga y suspendido las actividades gremiales.

El conflicto se fue prolongando y extendiendo a distintas provincias, y los obreros combinaron distintas medidas como trabajo a desgano, huelga de brazos caídos, actos relámpago, sabotajes, etc. La respuesta de la dictadura fue la ocupación militar de los lugares de trabajo, la represión, detenciones, secuestros y torturas. La lucha combinó la acción de militantes de base en los lugares de trabajo y coordinadoras semi-clandestinas con las acciones de la ex-dirección del Sindicato (la Lista Azul y Blanca encabezada por Juan José Taccone, histórico paladín del “participacionismo” que vio en peligro las bases de poder de la organización sindical y salió a reclamar confiando más en las negociaciones con un sector de la dictadura que en la movilización obrera) .

Un nuevo salto de la lucha se produjo cuando en enero de 1977 SEGBA anunció la extensión de la jornada laboral de 32 a 42 horas semanales, en coincidencia con la sanción de la Ley 21.476 de la dictadura, que eliminaba numerosas conquistas de los trabajadores estatales. Se retomó el trabajo a tristeza, más de 5.000 trabajadores se movilizaron frente a la sede del Sindicato y, desafiando abiertamente las disposiciones empresariales, se decidió abandonar el trabajo en el horario habitual. Nuevamente la dictadura rodeó las plantas con cordones policiales, secuestró obreros y el 11 de febrero se produjo la desaparición de Oscar Smith, el dirigente de Luz y Fuerza de Capital, lo que motivó nuevas acciones obreras.

Los trabajadores de Luz y Fuerza fueron finalmente derrotados, no logrando revertir las políticas empresariales y con un saldo de gran cantidad de trabajadores despedidos, encarcelados y secuestrados. Pero, aun así, fue una lucha histórica: dejó expuesto el carácter profundamente antiobrero y antipopular de la dictadura y, con el abierto enfrentamiento a sus planes y la variedad de formas de luchas utilizadas, dejó importantes lecciones para los conflictos obreros por venir.