Al borde de un nuevo ataque imperialista

Medio Oriente y el mundo se bambolean al borde de una nueva agresión imperialista. Washington y los demás imperialismos han convertido a esa región estratégica —y a Siria en particular— en el eje de su disputa por la hegemonía mundial.

El presidente yanqui Obama debió postergar temporalmente el bombardeo a Siria, repudiado en lo interno por la mayoría del pueblo norteamericano, y respaldado en el mundo apenas por el gobierno francés del socialdemócrata Hollande y los de España, Italia y algunos países de la región como Turquía, Israel, Arabia Saudita y Catar. La Unión Europea y la OTAN se fisuraron. El parlamento inglés frenó transitoriamente la decisión del primer ministro Cameron de participar en la agresión.

Pero el Mediterráneo oriental es un hervidero de buques de guerra. Los yanquis tienen allí destructores equipados con 360 misiles de crucero para lo que Obama presenta como un “ataque limitado” y “quirúrgico” contra instalaciones militares de Siria. Rusia, que tiene en Siria la base naval de Tartus y es aliado político y principal proveedor militar del régimen sirio de Bashar Al Assad (y por lo tanto cómplice de sus crímenes), desplazó al Mediterráneo parte de su flota de guerra. Israel ya habría bombardeado una instalación militar en el oeste de Siria. El régimen turco pretende aprovechar la movilización militar para aplastar a la guerrilla nacionalista kurda que actúa en las regiones montañosas del norte de Siria y sur de Turquía.

Moscú y Beijing advirtieron sobre la posible ruptura del “equilibrio mundial” y bloquearon el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU a la agresión. Las grandes potencias del “eje antiyanqui” no se oponen al intervencionismo imperialista, sino a que Washington opere unilateralmente y por fuera de los acuerdos imperialistas en el Consejo de Seguridad.

La histórica pugna religiosa entre las corrientes islámicas chiíta y sunita es también una variable importante del conflicto, que los imperialistas usan a fondo montándose en sus aliados regionales, y trabajando sobre la confesión sunita de la gran mayoría de la población siria contra la identificación alauita-chiíta del gobierno de Damasco.
El Irán chiíta —probable objetivo final de la ofensiva yanqui y de la OTAN— es aliado de Siria, enemigo de los sunitas saudíes, y uno de los principales proveedores de petróleo de China, que se limitó a reclamar una “solución negociada al conflicto”. También es aliada de Assad la guerrilla palestina del Hezbolah.

¿Hacia una 3ª guerra mundial?

El pretexto para el nuevo ataque que impulsa Obama es la muerte de más de mil civiles por armas químicas el 21 de agosto, en un suburbio de Damasco controlado por los rebeldes anti-Assad.

Lo que impulsa la escalada de amenazas yanquis contra Siria no tiene que ver con la utilización de armas químicas ni con supuestas preocupaciones “humanitarias”: Estados Unidos usó profusamente armas químicas en sus ocupaciones a Vietnam e Irak. Y ayuda financieramente a la actual dictadura militar egipcia a pesar de haber masacrado a cientos de simpatizantes de la Hermandad Musulmana.

El conflicto interno si¬rio, sumamente complejo por la intervención descarada de todos los imperialismos, debe ser resuelto por los propios sirios. El ataque de EEUU a Siria no va en esa dirección: traerá a ese pueblo y a todos los de la región aún más muerte y padecimientos.

Una vasta red de alianzas contrapuestas puede iniciar un escenario bélico de imprevisibles consecuencias. El anunciado ataque a Siria podría ser la chispa de una nueva guerra mundial.

Escenario complejo.

Los imperialistas yanquis y sus aliados ha buscado montarse sobre el repudio a un régimen represivo, antipopular y proimperialista de Assad para intentar reemplazarlo por otro adicto o socio de sus intereses en la región. La guerra civil desatada ha devastado el país. Las dos partes del conflicto —el régimen de Assad, y la coalición de activistas antidictatoriales, fundamentalistas islámicos y fuerzas pro-imperialistas occidentales, especialmente proyanquis—, practicaron secuestros, torturas y asesinatos de sus oponentes militares y civiles. Desde principios de 2012, tanto la CIA como el gobierno ruso enviaron grandes cargamentos de armas a sus “amigos” en Siria. Decenas de miles de personas fueron muertas y cientos de miles fueron desplazadas. Muchos viven en condiciones desesperadas en campos de refugiados.

En todo el mundo se escuchan las voces contra el bombardeo yanqui en Siria. Los antiimperialistas repudiamos esta nueva masacre anunciada, así como exigimos el retiro de tropas rusas y de otros imperialismos de Siria y Medio Oriente. Damos todo el apoyo a la resistencia independiente del pueblo sirio y reafirmamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos.

No intereses “humanitarios”,
sino esferas de influencia.

El Oriente Medio es una región crucial por sus reservas petroleras y por su ubicación estratégica. Las grandes rebeliones (“primaveras árabes”), que desde 2011 voltearon las dictaduras de Egipto y Túnez y obtuvieron conquistas democráticas en esa región y el norte de África, inquietaron profundamente a todos los imperialismos.

Los intereses que agitan el intervencionismo y la guerra son, por tanto, geoestratégicos y no humanitarios. Irán, Siria e Irak firmaron recientemente un acuerdo de 10.000 millones de dólares para la construcción de un gasoducto que llevaría petróleo iraní al Mediterráneo y a Rusia.

La crisis económica mundial exacerba la necesidad de todas las potencias de asegurarse fuentes de energía. A largo plazo la estrategia yanqui sería aislar y debilitar a Irán eliminando a un importante socio regional, Siria, y despejando así el camino para imponer su control sobre las grandes reservas petroleras desde la Cuenca del Caspio hasta el Golfo Pérsico.

Todas las potencias calculan sus acciones, alineamientos y alianzas en función del tablero estratégico que se disputan y reparten. Para nada les importa el destino de los pueblos que padecen sus guerras. Estamos en los albores de un verdadero baño de sangre impulsado por la pugna imperialista en pos de esferas de influencia, que puede incendiar toda la situación mundial.

Es tarea de los pueblos del mundo la solidaridad con el pueblo sirio, impidiendo la agresión y el reparto.

“Los soldados griegos no serán carne de cañón de los monopolios”

Soldados de tres unidades militares de Grecia dieron a conocer cartas en rechazo a la participación de su país en la guerra de agresión contra Siria.

Los soldados conscriptos en un campo militar de Lemnos, subrayaron su “oposición a los preparativos de guerra de EEUU, la Unión Europea y la OTAN contra el pueblo sirio. Los jóvenes soldados de Grecia no tienen ningún interés en las guerras del imperialismo. No tenemos nada en común con los ‘aliados’ del país que crean la pobreza y la migración. El pueblo griego no tiene nada que ganar con la participación del país en la guerra. Los ganadores serán sólo los intereses de las grandes empresas que realizan inversiones en la región”.

Conscriptos de un escuadrón en Eleutheroupoli exigieron el cierre inmediato de la base de Souda, y que Grecia no dé facilidades militares a los EEUU, la OTAN, la UE y sus aliados en cualquier operación militar contra Siria.