Castillo presidente de Perú

Al cierre de esta edición, Pedro Castillo se había impuesto en el ballotage como presidente del Perú por un acotado margen de 50,1% sobre 49,9% obtenido por Keiko Fujimori. Aunque Fujimori seguía sin aceptar aún el resultado y había presentado impugnaciones poco consistentes sobre 200 mil votos. Esto seguía demorando la oficialización del resultado por parte del Jurado Nacional de Elecciones, que ya había descartado la mayoría de las impugnaciones, pero no impidió que Castillo se proclamara nuevo presidente y convocara a ganar las calles.

Ante este contexto, el presidente argentino Alberto Fernández, el presidente boliviano Luis Arce y varixs ex presidentes como Evo Morales, Lula Da Silva, Dilma Rousseff y Fernando Lugo no demoraron en felicitar a Castillo por el triunfo. Incluso la OEA –que ya tiene en su haber la promoción de un fallido gobierno golpista en Bolivia– había admitido que la votación fue transparente. Sin embargo, algunos medios –como Clarín y La Nación en nuestro país– insisten en que aún no hay resultados oficiales, aunque las maniobras de Fujimori no vayan a lograr más que una demora.

El triunfo de Castillo es un rechazo a las clásicas recetas liberales que encarna Keiko Fujimori, quien se presenta como promotora de las inversiones privadas y extranjeras. Su padre y ex presidente Alberto es recordado por su basta experiencia en privatizaciones, flexibilización laboral y corrupción. Pedro Castillo, maestro proveniente de una familia campesina, se hizo conocido al encabezar en 2017 una huelga docente de 80 días. Una de sus consignas de campaña fue “No más pobres en un país rico”. Propuso destinar el 10% del PBI a educación y otro 10% a salud. Promueve una “economía popular con mercados”, concibe al Estado como “interventor, planificador, empresario, protector” y promueve una reforma constitucional en tal sentido. Habiendo obtenido un 17% en la primera vuelta, Castillo logró expresar el deseo popular de cambio social y el repudio a la tragedia sanitaria que vive el país, que ya había derivado en la renuncia del presidente Manuel Merino en noviembre pasado.

El resultado evidencia también una sociedad fuertemente polarizada, lo que ya parece ser una característica de la crisis global. Hacia el ballotage, Fujimori cuestionó a Castillo por “comunista” y porque ahuyentaría las inversiones extranjeras, destacando que el presidente de su partido Perú Libre, Vladimir Cerrón, se formó en CUBA –como médico cirujano–. Castillo respondió en parte con la historia de entrega y corrupción fujimorista; y en parte explicitando su respeto a la propiedad privada e insistiendo con que “el que va a gobernar soy yo”. Hacia el ballotage, logró un acuerdo con la ex candidata Verónika Mendoza de Juntos por Perú.

Más allá de la fecha de oficialización del triunfo de Castillo, las perspectivas de Perú son difíciles. Una vez que sean definitivamente superadas las maniobras fujimoristas que buscan la desestabilización, Castillo tendrá que dar rápidas respuestas no sólo ante la grave situación sanitaria, sino ante una economía duramente golpeada que en 2020 cayó un 12%. Este reñido triunfo muestra un retroceso relativo de los gobiernos republicanos-liberales en el continente, en el mismo sentido de las dificultades que está teniendo Jair Bolsonaro, la crisis de representatividad en Chile expresada en la convocatoria constituyente y la sangrienta crisis abierta en Colombia. El triunfo de Castillo en Perú fortalece las ansias liberadoras de los pueblos. Seguiremos de cerca su efectiva asunción y sus medidas.