“Occidente está en peligro” fue su primer frase, pero sin explayarse frente a quién. Viendo el mundo de hoy y su dialéctica geopolítica, se deduce que se refirió a China y Rusia. Aunque Oriente es mucho más amplio y podría llegar hasta Japón. Pero no hubo más análisis político que ése. Ante todo, Milei en Davos dejó clara su enfermedad doctrinaria.
Una enfermedad que, lejos de volverse sofisticada en el análisis, se demostró burda al considerar que “en el fondo no hay diferencias” entre socialdemócratas, comunistas, socialistas, nazis, keynesianos y globalistas.
Doctrinario pero alineado dentro de Occidente
Sea como sea, su doctrinarismo y torpeza son útiles y alineados con un sector de los monopolistas occidentales, más particularmente de EEUU, Inglaterra e Israel, por su conocida reivindicación de Reagan, Tatcher y su alineamiento ya obsceno con Tel Aviv.
Como entre los globalistas está Biden, se desprende además –y es explícito más allá de su discurso en Davos– que el alineamiento de Milei es con Trump. Y por si hacía falta eliminar toda duda, al día siguiente salió el trumpista Elon Musk saludando la claridad del discurso de Milei. Después directamente lo felicitó el propio Trump.
Lo llamativo fue que aunque “occidente está en peligro”, Milei dedicó buena parte de su discurso a atacar a los economistas occidentales neoclásicos y líderes políticos que “supuestamente deben defender los valores de Occidente” pero “se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo”, como la agenda 2030 que incluye por ejemplo el cambio climático y agenda sexual que ahora sustituirá lucha de clases para el socialismo disolutivo de Occidente.
Libertad de explotación para defender la hegemonía de Occidente
Pero el corazón de su ponencia se centró en combatir a los teóricos economistas neoclásicos que conciben que el monopolio introduce “fallos de mercado”, que exigen correcciones estatales. Milei acá exige que uno conecte el “peligro oriental”, particularmente Chino con su despliegue monopólico privado y de estado, su bandera “globalizadora” del comercio a través de su nueva Ruta y Franja de la Seda para su libertad de mercado imperialista… y particularmente ¿los niveles de explotación de sus obreros? ¿Cómo podrían los autores neoclásicos poner en peligro a Occidente? ¿Porque si occidente no pasa a explotar a sus trabajadores como si fueran chinos, la disputa por la hegemonía imperialista va a ganar China? ¿Y por eso Occidente no debe auto-obstruirse, enredado en el “estado de bienestar europeo” o tolerando el sindicalismo como el norteamericano que viene de ganarle un conflicto a las automotrices? Dicho sea de paso, con apoyo de Biden.
Un absurdo economicista, propio de Milei, como si el único factor en la disputa fuera la economía.
El límite doctrinario
Lo que pasa es que Milei no puede profundizar su desarrollo liberal sin entrar en conflicto teórico con el nacionalismo imperialista proteccionista de EEUU –encarnado particularmente por Trump–, Europa o Israel.
Lo que Trump y Elon Musk saludan del discurso de Milei es su defensa a ultranza del monopolismo occidental que ellos encarnan personalmente. El liberalismo sirve para aplicarlo en países dependientes como Argentina. Pero no hay problema porque Milei es presidente de Argentina, no de EEUU. Así que su doctrinarismo es funcional a los Musk y Trump.
Los monopolios “héroes”
Los monopolistas serían –según Milei– los “verdaderos héroes”, que crearían riqueza descubriendo mercados y no se apropiarían del trabajo ajeno de ningún trabajador. Toda regulación que limite su posición monopólica sería nociva al desarrollo. Justamente lo contrario a lo que hoy en carne propia comprobamos los habitantes de Argentina.