Editorial | Con este rumbo ganan los monopolios y perdemos los trabajadorxs

Reagrupar las fuerzas populares para otra política

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Massa llegó al Ministerio de Economía como producto de la profunda crisis política que atraviesa al gobierno y de la ofensiva de un golpe devaluador que, en su versión más recalcitrante, intentaba llevarse puesto al gobierno. En esa condición CFK, los gobernadores y Alberto Fernández acordaron la designación de Sergio Massa en Economía. Pero ya han surgido desacuerdos, como la vetada designación del economista Gabriel Rubinstein como viceministro.

Tras la asunción del miércoles 3 de agosto vinieron los anuncios. Massa anunció: ajuste fiscal, cumplir con el Fondo y negociar con los monopolios que empujan devaluar. El ajuste fiscal incluye el congelamiento de la planta estatal y una revisión de los programas de asistencia social que comenzaría con una auditoría sobre los Potenciar Trabajo y la ampliación del recorte a los subsidios energéticos. También estuvo lo que no dijo. No dijo “crecimiento”, ni “que los salarios le ganarán a la inflación”, que fueron los caballitos de batalla Guzmán y su embellecido “sendero” acordado con el FMI. Cuando ya era evidente que nada de eso sería “sustentable”, Guzmán renunció y sin muchos reemplazantes dispuestos, Silvina Batakis aguantó veinticuatro días.

Ahora Massa apuesta a un adelanto de ganancias en reemplazo del impuesto a la renta inesperada, a canjear y recomprar bonos para pinchar algo la bola de vencimientos. Pero en definitiva, las fuerzas que siguen impulsando una fuerte devaluación se miden contra las reservas del Banco Central. Massa anunció que conseguirá préstamos en dólares para reforzar las reservas del BCRA. Por ahora esas reservas siguen bajando. No deben subestimarse las condiciones límite de la economía, ni la fuerza de los grupos que empujan un salto devaluatorio; no solo con objetivos económicos, sino también políticos.

El rumbo de Massa refuerza la línea de poner el centro en las exportaciones agropecuarias, de litio y minería, energéticas y del software, y no en sostener y profundizar el crecimiento determinado en la economía argentina principalmente por el consumo interno y los salarios. La línea de apuntar a negociar con los exportadores agropecuarios, los monopolios industriales, mineros y energéticos, un precio de dólar desdoblado para cada sector y la porción de libre disponibilidad que pueden dejar o sacar al exterior reforzará el poder de quienes en definitiva jugaron abiertamente o alimentaron la corrida devaluadora.

La asociación política de Massa con el grupo Vila-Manzano, que pasó a controlar Edenor con este gobierno y que maneja la pantalla de América TV, es explícita y quedó graficada en la propia asunción. También para este rumbo son incompatibles directores del Banco Nación como Claudio Lozano, que ha presentado su renuncia a Alberto Fernández tras el pedido de la nueva presidenta Batakis, que terminó allí como parte del dispositivo económico que seguirá la orientación del ministro Massa.

La fábrica de dólares y de pobres

Más allá de las contradicciones históricas entre los sectores agroexportadores y los industriales y su conveniencia divergente sobre el tipo de cambio, la privatización menemista y el proceso de extranjerización o asociación internacional imponen ambos una dinámica fugadora de divisas. Por un lado los exportadores agropecuarios son centralizados desde un puñado de cerealeras y frigoríficos imperialistas con puertos privados y todos los mecanismos de triangulación y sub facturación bajo su control. Y por otro, las inversiones imperialistas en la rama industrial o de servicios demandan dólares hacia el exterior como remesas, para inversiones en otros países, pago de deudas internacionales. Amén de la sobrefacturación de importaciones que acostumbran y que muchas veces no son más que transacciones con sus propias casas matrices, al igual que el pago de algunas “deudas”.

Más acentuado aún es esto en las inversiones energéticas y la minería. Y más alevoso aun cuando son pagos de deuda e intereses de deuda pública originada incluso fraudulentamente. Podríamos escribir aquí: ¡es la dependencia, estúpido!

Las ganancias de los monopolios industriales crecieron en los últimos dos años. Y a la vez se achicaron los salarios. Esas ganancias extraordinarias también fueron en busca de dólares. No solo fueron las cerealeras y el acopio de 12 mil millones de dólares de cosecha, las que precipitaron la última crisis cambiaria sobre la que venía montado el golpe político.

A esto se le sumaron las importaciones adelantadas y la sobrefacturadas, muchas impuestas incluso mediante el negocio de los amparos judiciales.

La recurrente “falta de dólares” en las arcas estatales, no es más que el indicador de “el mercado” de los monopolios y los fondos acreedores apuntando a bajar el consumo popular. Consumo que bajo este esquema está atado a importaciones de productos o insumos, pero también de alimentos exportables que cotizan en el mercado internacional.

“Las oportunidades que nos abren la demanda internacional y la guerra” son para los monopolios. Para los trabajadores y el pueblo son más pobreza y saqueo. Ésta es la fábrica de pobres que en los últimos 40 años ha llevado a más del 40% de los habitantes bajo la línea de pobreza y ahora puede llegar directamente a la mitad. El intento de saqueo en San Juan al supermercado Chango Más es una señal de esto.

Aun con expansión de la economía en los últimos dos años, la pobreza bajó solo unos pocos puntos. Porque aun teniendo trabajo, las familias quedan bajo la línea de pobreza por la depreciación sistemática de los salarios cuando se mira a los trabajadores en su conjunto. Los planes son un amortiguante nacidos en Cutral-Co durante los ‘90 tras la privatización de YPF. Ésta es una Argentina que, socialmente, empieza a parecerse más a la de la década del ’30 que a lo que vino después con el peronismo. Esto también está en la base de la crisis del peronismo. Y tan o más grafico que el plan de Massa, es el otro peronismo: el de Schiaretti en Córdoba y su socio Omar Perotti en Santa Fe; o de los que ya apoyan a Rodríguez Larreta como Urtubey. Pero también están los sectores peronistas que buscan reagrupar fuerzas para luchar por otra política.

El juicio a CFK por la obra pública se ha montado como un show mediático. Ella propuso al inicio de las audiencias investigar toda la asignación de obra pública, no solo de Santa Cruz. No ocurrirá porque figurarían también los mismos que están detrás de esos jueces y fiscales. La foto del Fiscal Luciani y del presidente del Tribual, el Juez Giménez Uriburu, jugando para el mismo equipo en la quinta de Macri, es una de las pruebas ahora para recusarlos. Habrá que ver hasta dónde llega esta operación político-judicial, que apunta de mínima a proscribir a CFK.

Macri, la SRA y los embajadores del G7

En medio del golpe devaluador Macri hizo declaraciones desde la Sociedad Rural. Unos minutos antes, el presidente de esa entidad había ya reclamado eliminación de las retenciones y del cepo cambiario. Macri empuja una salida catastrófica y precipitada del gobierno para presentar sus reformas estructurales como “solución final”. Varios grupos monopolistas industriales perdieron mucho con esa línea cuando gobernó Macri. Y por eso juegan con Massa ahora, o con Larreta como opción de gobierno. Tampoco se puede pasar por alto la reunión de embajadores de las potencias del G7 en Argentina con Macri en medio del pico de la crisis política y financiera.

La movilización del 17 de agosto y el reagrupamiento popular por otra política

La inflación de julio rondó el 8%, acumulando 47% en 2022 y 67% en los últimos doce meses. Mirado desde el conjunto de los trabajadores, registrados y no registrados, mensualizados y jornaleros, o jubilados, la única medida que podría preservar el poder adquisitivo de los salarios sería un aumento general porcentual acorde a la inflación mensual dictado por el Poder Ejecutivo, combinado con una suma fija que compense la suba por encima de la inflación promedio de los alimentos. La pelea es porque ningún salario mensual esté por debajo de los $100.000.

Esto podría integrarse a los aumentos ya pactados, o por pactarse en los sectores alcanzados por las negociaciones paritarias. Pero en esta situación, limitar los aumentos exclusivamente al mecanismo de las paritarias es la garantía para que la masa de trabajadores siga perdiendo contra la inflación, como viene sucediendo. La posición dominante en la CGT y que impulsa el ministro de Trabajo Moroni, es oponerse a los aumentos por decreto. No es la posición de Camioneros y otros dentro de la CGT. Tampoco de las CTA’s.

El 17 de agosto está convocada una concentración de la CGT, sin palco ni oradores. La demorada y convocatoria y la falta de una propuesta que parta de las necesidades de los trabajadores por parte de la CGT genera dudas e interrogantes. Pero a la vez fueron Camioneros y la Corriente Federal los que hace un mes forzaron esta convocatoria, apuntando entonces contra los especuladores. Esto fue considerado en el Plenario de la CTA-T del 9 de agosto que resolvió convocar. También por la CTA-A. La UTEP realizó la marcha y masiva concentración el 7 de agosto de Día de San Cayetano donde se reafirmó su programa de Techo, Tierra y Trabajo y por el ingreso básico universal, donde anunció que también movilizará el 17.

El rumbo adoptado por el gobierno, que expresa ahora Massa en el Ministerio de Economía, el peligro de nuevos intentos del macrismo y las fuerzas económicas que expresa, de precipitar nuevamente una crisis político-financiera, impone la necesidad de trabajar por un reagrupamiento de las fuerzas populares, empezando por las que nos agrupamos en el Frente de Todos y venimos advirtiendo principalmente a partir del acuerdo con el FMI en el gobierno se abrió a una crisis que puso en juego su carácter popular. Es necesario un reagrupamiento de fuerzas en la lucha por seguir enfrentando el peligro de Macri y Cambiemos; y por otro rumbo político, uno en favor de las trabajadoras y trabajadores, y del pueblo.