Educando en pandemia bajo la desidia de Larreta

La educación es una de las actividades que más se ha visto afectada durante la pandemia. Sabrina Álvarez es docente y delegada de la Escuela de Cerámica Nº1, ubicada a metros de Bulnes y Rivadavia de la CABA. Le preguntamos sobre la realidad de las familias con las que toma contacto desde la escuela. Al “Cera” asisten unos 350 estudiantes de nivel medio más otrxs tantxs para las tecnicaturas.

–¿Cómo ha afectado la pandemia a las familias que envían sus hijos e hijas a tu escuela?
–La escuela reúne unas 230 familias aproximadamente, con variadas situaciones, pero en general, el deterioro en la situación económica se vio muy de entrada. En gran parte porque muchas familias ya venían con poco o ningún margen económico desde los años anteriores. No tenían ahorros como para poder bancar la situación de la pandemia. Ya en los primeros días se empezó a parecer que muchos chicos no tenían conexión de internet en sus casas, y se manejaban con tarjetas para ir cargando datos en el celular. Una parte ni siquiera tenía celular. Ahí comenzó a organizarse un dispositivo de emergencia que lo pensamos y bancamos económicamente los y las profes. Al poco tiempo hubo familias que debieron dar de baja de internet o ya no podían comprar las tarjetas de datos. A partir de lo que juntábamos en la escuela, se compraron tarjetas para algunas familias y se imprimían las actividades que se entregaban junto con las viandas.

Todo ese primer mes, gran parte de los esfuerzos se pusieron en conseguir que desde la Ciudad de Buenos Aires se reemplazara las viandas por los bolsones de alimentos, para ayudar a paliar un poco la situación. Pero en la mayoría de las escuelas medias no lo conseguimos. El Gobierno porteño terminó mandando una merienda, cada quince días, formada por dos cartones de leche de un litro, cinco barritas de cereales y cinco frutas.

¡Una cargada! Frente a esta situación apareció la solidaridad por abajo, la cooperadora, las familias y docentes, empezaron a organizarse y se hacían juntadas solidarias que ayudaron durante un año a unas 35/40 familias que se sostuvieron en parte con estos bolsones solidarios. No hubo otro acompañamiento de la Ciudad de Buenos Aires.

–¿Cómo han venido transitando los y las estudiantes este difícil año y medio?
La pandemia evidenció más claramente la situación que ya veníamos atravesando. No sólo la crisis económica, sino también las condiciones habitacionales y falta de espacios verdes. Tenemos muchos estudiantes que viven en un espacio único living-comedor-cocina y una o dos habitaciones. En este mismo espacio, resolvían todo: algunos tele-trabajaban y/o cuidaban niñes pequeños, se resolvían tareas de domésticas, y se trataba de estudiar.

Muchas veces, aunque tuvieran datos, los y las jóvenes no conectaban el micrófono y la cámara porque les daba vergüenza que se escucharan cosas de la casa o no podían conectarse a una clase por estar resolviendo tareas domésticas o de cuidado. Todo esto agravó las situaciones de estrés. En las escuelas tenemos muchos chicos y chicas con cuadros de ansiedad y a partir del regreso a la presencialidad esto empezó a expresarse con más fuerza. La situación es difícil, porque las y los docentes no somos psicólogos y contamos con pocos recursos para acompañar a las familias: no hay gabinetes con las personas especializadas en cada escuela. Por una parte, quedó claro que la escuela es un espacio de cuidados que permite acompañar y detectar estos problemas, pero también es un espacio cuidado, en el que los/las jóvenes son estudiantes, y donde se construyen colectivamente aprendizajes socialmente significativos. Si algo nos dejó esta pandemia, es la reafirmación que la educación es una tarea colectiva, que se potencia en el intercambio y el debate con otros y otras.

–¿Qué balance en relación a la gestión del gobierno porteño en la educación?
–Hay mucho de propaganda y bastante poco de inversión. La vianda que ofrecieron fue muy acotada y no hubo ayuda económica para protegerte. Además del desmantelamiento previamente de la red Conectar Igualdad, el Plan Sarmiento y la red WiFi que daba acceso gratuito a los estudiantes. Esto hizo que haya sido muy dispar el acceso. Tampoco se permitió el préstamo de las computadoras que hay dentro de las escuelas. En 2020 no se invirtió en garantizar las condiciones edilicias mínimas para que cuando estuviera dada la situación epidemiológica, pudiéramos arrancar una presencialidad cuidada de la mejor manera posible. Hay muchísimas escuelas que no tuvieron gas y calefacción. O que tenían espacios inutilizables por falta de ventilación. Y algunas obras sólo se hicieron ya avanzado este año y otras las seguimos esperando. Ni hablar del recorte que hizo el gobierno porteño de la mitad de las 33 mil vacunas que Nación entregó para docentes, desviándolas a las obras sociales, fue un contratiempo para la continuidad en las aulas. Además, el gobierno porteño no se hizo cargo prácticamente de la compra de materiales de desinfección. La mayoría de los insumos que nos están llegando hoy provienen de un una partida presupuestaria especial del Gobierno Nacional. Pero la propaganda dice que a la Ciudad le interesa la educación.

–¿Algo más que quieras agregar?
–Esta situación es más compleja en las escuelas artísticas, porque se requiere gastos especiales para los insumos de cada estudiante, como la arcilla en nuestro caso. Hace unos años, el 80% del gasto se cubría con las partidas presupuestarias enviadas desde la Ciudad y el 20% restante provenía de los aportes de la cooperadora. ¡Hoy la situación es al revés! Por eso, desde la comunidad educativa del Cera, invitamos a participar a un abrazo a la escuela que realizaremos este jueves, junto a legisladores, representantes de las cooperadoras y los sindicatos docentes UTE y Ademys. Exigimos respuesta a los problemas edilicios y el aumento de las partidas presupuestarias para la educación, y en particular para las escuelas artísticas.