El «ejemplo» de Estados Unidos y Reino Unido

Hace ya un mes que Estados Unidos encabeza la cantidad de muertos por Covid-19; y una semana desde que Reino Unido lo sigue, superando incluso a Italia. De este modo, pasaron a ser los anti-ejemplos; o ejemplos de lo que no hay que hacer. Esto tiene relación con la realidad del sistema de salud de cada país; pero ésta no sólo no es la única causa sino que ni siquiera es la más importante. Indudablemente, el significado es más profundo.

En el caso de Estados Unidos, superando ya los 80 mil muertos en tan sólo dos meses y medio, podemos afirmar que su sistema de salud tan mercantilizado mostró su más vasta inutilidad frente a la epidemia. Incluso, siendo propietarios de la tecnología más avanzada de planeta. Algo de esto ya puntualizamos en nuestra edición Nº155, mencionando el grave costo social de que cada individuo deba pagar su propio testeo de Covid-19 y el criminal retraso en garantizar su gratuidad.

Sin embargo, en este punto la situación del Reino Unido es casi la opuesta. Su sistema de salud no sólo es público, sino que es uno de los mejores del mundo. Ésta es una buena herencia que le quedó de la 2º Guerra Mundial y que ha podido sobrevivir al liberalismo más ortodoxo. Pero, aun así, sus más de 32 mil muertos evidencian también su grave situación.

Evidentemente, pesa más la conducción política que la estructura sanitaria. Sólo así puede entenderse que un país como el nuestro, que recuperó su Ministerio de Salud apenas días antes de desatada la epidemia de Covid, tenga cien veces menos víctimas totales que estas potencias (o 35 veces menos si se cuenta por millón de habitantes). Porque Donald Trump y Boris Johnson le están haciendo pagar un costo altísimo a sus pueblos, por haber subestimado al coronavirus y por pretender que la economía podía continuar inalterada mientras los tractores cavan las fosas comunes. Así, millones en todo el mundo perciben que el capitalismo glorificado por Adam Smith y perfeccionado por Henry Ford fracasa frente al virus.

La reivindicación de la “mano invisible del mercado” y la competencia privada como motor de la sociedad mostró su decadencia aún en el capitalismo más poderoso. Tal es así que Estados Unidos, para ordenarle a General Motors la producción de 30 mil respiradores, debió hacer uso de una Ley de Producción de Defensa aprobada en 1950 durante la Guerra de Corea. Es decir: el único interés general que reconocen es el de la preparación bélica. Cuestión que nos recuerda también la famosa frase de la primera ministro inglesa Margaret Thatcher: “La sociedad no existe, sólo existen individuos y familias”. Pero los hechos están más bien demostrando lo contrario, de forma brutal y trágica. No hay forma de enfrentar esta pandemia sin reconocer el interés colectivo por sobre el interés privado y sin promover la solidaridad en lugar de la “competencia”.

Es cierto que el individualismo liberal tiene también mucho peso en ambas sociedades, como se aprecian en las desopilantes movilizaciones yanquis que defienden la libertad individual en contra de las medidas de distanciamiento social. Pero más que expresiones adelantadas, se parecen mucho a los flagelantes del siglo X que, convencidos de que su sacrificio haría que Dios deje de castigarlos con la peste negra, en realidad la esparcieron por Europa.

Federico