El miércoles 1º de julio, convocado por el Área de Comunicación, Géneros y Sexualidades de la Facultad de Ciencias Sociales, un grupo “posporno” desarrolló una de sus representaciones en los pasillos de la Sede de Constitución. El hecho generó una amplia reacción y ocupó espacio en la TV y la radio durante todo el jueves.
Desde distintos ángulos recibió críticas principalmente de forma, por realizarse en un ámbito público e imponerse bajo esa forma, por ser un lugar al que acceden menores, por desagradable y gratuitamente obsceno, por haber utilizado las mesas y el ámbito de las fuerzas de izquierda, etc.
Aunque formalmente la dirección de la Facultad de Sociales tomó formalmente distancia, la dirección de la Carrera de Sociales, también kirchnerista, sacó un comunicado reivindicando la actividad bajo la consigna de que “la universidad pública constituye un ámbito de irrestricta libertad y la pluralidad ideológica e intercambio permanente de ideas”. Y respaldando el contenido del “posporno” por “antihegemónico”.
A muchas de las críticas de forma queremos agregarle la de fondo, la de contenido. Porque no nos dejamos correr por el liberalismo reaccionario, que en definitiva también expresa los intereses de la burguesía aunque se presente de “revolucionaria” y “antihegemonica” en contraposición a los formatos conservadores de las clases dominantes.
El posporno es reaccionario porque desde el liberalismo burgués también degrada a la mujer, reivindica formas opresivas como el sadomasoquismo, reivindica a la prostitución como “trabajo” y también promueve la disociación entre sexo y amor. Nada revolucionario.