Desde el inicio de las medidas sanitarias contra el Covid, el subte fue uno de los servicios que se consideró como esencial y no dejó de funcionar en ningún momento. Sin embargo, esta exigencia a lxs trabajadores, con las consecuencias a la salud que tiene, contrasta con el trato recibido especialmente de parte de Metrovías y del gobierno porteño. Pandemia, condiciones laborales, asbesto, salario y persecución son algunos de los temas que conversamos con Daniel Villavicencio, trabajador del subte de Buenos Aires y miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro (AGTSyP). En estos momentos, lxs metrodelegadxs acompañan la discusión paritaria con una campaña contra un pedido de desafueros de un grupo de delegados de la línea B a raíz de un conflicto suscitado por las condiciones sanitarias en medio de la pandemia. En esta campaña, han recibido la solidaridad de la Coordinadora Internacional de Sindicatos de Metros, con la cual mantienen contacto permanente.
–¿Desde cuándo trabajás en el subte?
–Empecé en el año 1994, ingresé con la privatización del Subte, la privatización menemista. En lo que fue la debacle neoliberal de la Argentina. Trabajé un par de años en la boletería, luego avancé en la carrera en el puesto de guarda en tráfico y en el año 2000 pasé a ser conductor en la línea D, dónde me encuentro trabajando ahora. En esta línea, tuve la suerte de ser delegado del sector de tráfico; y a partir del año 2019, fui electo miembro de la Comisión Directiva del Sindicato, AGTSyP, en la Secretaría de Relaciones Internacionales.
–¿Cómo es el día a día en el subte, especialmente en este tiempo tan particular, signado por la pandemia?
–La situación es más que compleja por los cambios, por las idas y venidas; y porque además está determinado por la cuestión sanitaria, obviamente. Esto de compleja lo digo porque tuvimos que variar la forma de trabajar, la forma de relacionarnos. Tuvimos que variar incluso hasta algunas cuestiones que tienen que ver con la legislación, y declararnos esenciales, cuando de hecho, o técnicamente, no lo somos.
El subte no es esencial porque existen alternativas de transporte. Por lo tanto es imposible declararlo como esencial. Pero en esta pandemia terminamos aceptando la esencialidad. Lo que nos pone, también, en otra perspectiva, resignificando la idea de esencialidad. Sostener la unidad en términos ideológicos, ya que casi la mitad de los compañeros están licenciados por ser de riesgo y de los que cumplen tareas nos vemos en la obligación de no juntarnos en asambleas, por ejemplo. La pandemia puso, en ese sentido, de manifiesto este tipo de cuestiones.
Por otro lado, tuvimos que modificar la forma de trabajar. Nosotros empezamos trabajando al inicio con normalidad, con formaciones vacías, sin pasajeros, hasta que empezamos a modificar nuestro diagrama de trabajo. Trabajábamos todos los días 4 horas, dando 4 vueltas seguidas. Posteriormente comenzamos a trabajar 2 días si y 2 días no. Y ahora trabajamos todos los días 3 horas.
En todas las líneas fue modificado el régimen de trabajo de distinta manera. Pero siempre disminuyendo trenes y presencialidad. Todo esto porque se fue modificando en línea con la política aperturista del gobierno de la Ciudad. Determinada por la apertura de la Ciudad indiscriminada de Larreta, tuvimos que ir aumentando la cantidad de trenes, la cantidad de personal. Cuando no pudimos aumentar más, tuvimos que aumentar los días de presencialidad para sostener una cantidad de trenes que permitan que las formaciones no colapsen. Aun así, las formaciones colapsaron. Desde finales del 2020, el colapso es importante. Aun denunciando nosotros la situación, la falta de controles y la falta de una idea clara de lo que es el subte es tremenda.
Por ejemplo, aunque parece absurdo o de poca importancia, pero no lo es: el Gobierno de la Ciudad se jacta de las bici-sendas. Pero en el momento de la pandemia, habilitó el SUBTE para viajar con bicicleta en lugar de incentivar el uso de las mismas. En el momento donde buscábamos distanciamiento social, juntarnos lo menos posible, habilita ingresar al subte con bicicletas, por lo tanto, hemos tenido casos donde había hasta 8 bicicletas dentro de un coche de la formación. Imposible.
Ese tipo de cosas pasan cuando quienes deben implementar políticas para el subte, no lo conocen. Hay una relación dialéctica, si se quiere, entre el pasajero y el tren. Cuando más formaciones hay, más gente viaja y cuantas menos formaciones, menos gente viaja. En ese sentido, nosotros decíamos que se bajen la cantidad de trenes para que la gente tenga menos incentivos para utilizar el subte. Resulta que nunca pudimos bajarlo de ocho porque la cantidad de gente que viajaba respondía a los lineamientos aperturistas del Gobierno de la Ciudad. Nunca respondió a las cuestiones sanitarias de no aglomeración, de no utilizar el servicio público sin ser esencial. Así estuvimos todo el tiempo. Fuimos variando nosotros, porque evidentemente el Gobierno de la Ciudad no va a cambiar.
–Antes nos contabas que fuiste 10 años delegado de tráfico en la línea D y desde 2019 sos miembro de la Comisión Directiva del Sindicato. Sabiendo de las responsabilidades y la disponibilidad de tiempo que implica la representación gremial, queríamos preguntarte si el seguir en el puesto de trabajo es por decisión personal y cuál es la línea del sindicato en esta cuestión.
–Sí, desde que nosotros nos conformamos como sindicato, algunas cuestiones teníamos claras: no ser como la burocracia sindical que criticábamos. Y en ese sentido, algunas cosas se hicieron carne. Una es obviamente defender los intereses de los trabajadores, y la segunda es venir a trabajar. No hay mejor dirigente sindical que el que trabaja y que el que sabe qué es lo que le pasa al compañero. Como delegados de un sector de la línea (en este momento tenemos unos 67), ninguno de ellos dejó de trabajar. Excepto en este momento de pandemia si es de grupo de riesgo. Y dentro de lo que es el secretariado ejecutivo, solamente ocho personas no desarrollan tareas en el subte, que son las que sí o sí tienen que mantener la estructura sindical: prensa, general, adjunto, salud, etc. El resto desarrollamos nuestro trabajo todos los días cumpliendo nuestro horario en el puesto de trabajo. Solamente un día a la semana, si la actividad gremial lo justifica. Esto es parte de nuestra historia, parte de la historia de los trabajadores del SUBTE. Por más que alguien sea electo delegado, no tiene margen para no venir a trabajar. Sus compañeros no lo permitirían sin que pagues un costo político.
–¿Cómo viene la campaña contra el pedido de desafueros a raíz de un conflicto suscitado por las condiciones sanitarias en medio de la pandemia?
–Esta campaña se empezó luego de una presentación judicial del Sindicato, donde logramos impedir que 4 de los 5 delegados de la línea estén bajo el pedido de desafuero. Al momento, solamente el delegado de tráfico Leo Saraceni quedó con el pedido de desafuero, donde la justicia dio vía libre. De todas formas, logramos que al compañero se le respete el salario y su jornada laboral. El compañero puede ir a su lugar de trabajo. Por otro lado, iniciamos como Sindicato una campaña nacional e internacional de apoyo a los compañeros, porque si bien el compañero Saraceni está con el pedido de desafuero en curso. Eso no quiere decir que los otros compañeros hayan quedado, por así decirlo, absueltos. Ese proceso continúa hasta que la empresa desista o decida continuar con el pedido.
Iniciamos una campaña internacional con compañeros de distintos sindicatos de acá de la Ciudad de Buenos Aires y de la Provincia de Buenos Aires y de los distintos metros de Latinoamérica, España y Francia que conforman la Coordinadora Internacional de Sindicatos de Metros. Chile, Venezuela, Panamá, Brasil (Mina Gerais, San Pablo), México, Nueva York, Medellín, y se agrega el subte de Ecuador, que es un servicio combinado subte y metrobus. De España el subte de Barcelona y de Madrid y de Francia el sindicato Solidaires (RATP) del metro de Paris. Con todos ellos hicimos una asamblea virtual, donde nos mostraron su apoyo, enviando cartas de solidaridad, y donde se inició una campaña de fotos de compañeros de los distintos Sindicatos y Referentes con un cartel que reza “No al Desafuero en el Subte de Buenos Aires”.
–Otra de las mayores preocupaciones que vienen teniendo los trabajadores y trabajadoras, además de la sanitaria en relación al cuidado contra el Covid y la defensa de la vida, es la preocupación de que este año se cumpla la premisa que los salarios queden por encima de la inflación. ¿Cómo viene la discusión en el subte?
–Lo difícil de esta paritaria es saber cuánto tenemos que pedir, por lo tanto, cerrar un número es más complejo que otros años. Además, nuestra paritaria se discute con el Gobierno de la Ciudad directamente, al ser un servicio concesionado. Nosotros hacemos el pedido de paritarias a la empresa y al Gobierno de la Ciudad, que es el que pone el dinero. Eso lo complejiza un poco más, sobre todo teniendo en cuenta de que es Larreta el que gobierna la Ciudad.
Nosotros estamos ahora en un proceso de discusión en la definición ya de la paritaria que viene del 2020 y el inicio de la paritaria 2021. Nuestra paritaria esta desfasada del año calendario por dos meses. Por lo tanto, termina el 28 de febrero y comienza el 1 de marzo. Ahora se está definiendo lo que es el cierre del 2020 con una oferta de la empresa que tanto en términos económicos como en su modalidad de pago se encuentra en proceso de evaluación y discusión entre los trabajadores y trabajadoras del subte. En estas semanas, esperamos llegar a un acuerdo logrando nuestro objetivo que es que el salario no pierda su poder adquisitivo a causa de la inflación.
–Saliendo un poco del subte: ¿Qué pensás de la situación general, social y política, las tensiones sociales que se producen, el Gobierno y cómo juega la oposición?
–Personalmente creo que es una etapa en la que uno debería involucrarse y reflexionar sobre la cuestión política como determinante de la vida cotidiana. Sobre todo, porque queda hoy más claro que nunca, qué es la lucha de clases. Y queda más claro en el sentido de que sabemos quién es quién. Esta pandemia ha dejado al descubierto a quienes están de un lado y del otro del escritorio.
En ese sentido, nuestra línea en lo sindical es involucrarnos como organización con todas las iniciativas del conjunto de la clase trabajadora. Somos parte de distintos agrupamientos como la Multisectorial de CABA, como el encuentro anti-imperialista de CABA, somos parte de las intersindicales de salud, de Derechos Humanos, género, etc. Lo más amplio posible. Y sobre todo lo más horizontalmente posible en la construcción. Una construcción que responda a los intereses directos de la sociedad, a lo más sentido de la sociedad. Estamos hablando del salario, salud, educación, del derecho a trabajar, de las condiciones en las que se trabaja, etc.
Como parte del movimiento sindical, somos conscientes de los padecimientos de gran parte de la clase trabajadora producto del neoliberalismo, de la precarización del trabajo y la exclusión. En ese sentido propusimos para el conjunto de los trabajadores, la reducción de la jornada de trabajo. Trabajar menos para trabajar todos.
Por fuera de los límites de Argentina, sabemos que la situación es terrible. Desde que nos conformamos como sindicato tenemos una clara visión de ser lo más amplios en términos internacionales, practicar el internacionalismo que es necesario para los trabajadores. Que nos permite saber dónde estamos parados. Y en ese sentido sabemos que la situación es compleja en todos lados. El capitalismo, y sobre eso, la pandemia después, nos deja a las claras que el movimiento obrero en donde se mire ha padecido y va a padecer las consecuencias de la desigualdad. Y la mejor forma de combatir la desigualdad es la construcción de movimientos sociales de masas donde uno se involucre desde lo sindical, desde lo político, desde lo individual, teniendo en claro la importancia del Estado como garante de aplacar esas desigualdades, donde un 20% de la sociedad se apodere de todo mientras el resto solo padece.
Los momentos que vienen van a ser complejos desde lo político, agravado por la pandemia. Está claro que siempre va a ser, para la clase trabajadora, la lucha, la herramienta necesaria para cambiarlo. En este momento la pandemia impide hacerlo como lo veníamos haciendo, o como históricamente el movimiento obrero lo hizo en Argentina. Estamos pensando en esta cuestión todo el tiempo.
–Un tema que trasciende a la pandemia pero que está ligado a todo el tema por la lucha sanitaria dentro del subte es el asbesto que tienen las formaciones y el daño que causa a la salud de las y los trabajadores.
–En relación a este tema, yo lo dividiría en dos. Por una parte, el plan de desasbestización. En este momento lo que se está haciendo es retirar el asbesto de los lugares donde se encontraron: taller Rancagua, sub-usinas, etc. En fin, en todos los lugares que se pensaba que no había. Hoy todo el subte está en cuestión. Primero pensábamos que eran solo las formaciones: en los contactores, cajas de fusible y demás. Pero también hay en sectores como línea de contacto, sub-usinas, señales, etc.
Y, por otra parte, nuestra pelea que se inició con la necesidad de ingresar a todos los compañeros al RAR, que es el Registro de Agentes de Riesgo, que forma parte de lo que sería la política pública de Estado para los trabajadores que se ven afectados por el asbesto, que genera la enfermedad asbestosis. En estos momentos estamos pidiendo que se vuelvan a llamar a los trabajadores a realizarse los estudios. Son estudios que se hacen una vez al año y puede dar positivo o negativo a cualquier trabajador. Pero no quiere decir que en algún momento el trabajador no tenga la inflamación de pleura, que es el inicio de lo que produce la asbestosis. Hay que tener en cuenta que la infección por asbesto tiene entre 15 y 35 años de latencia. Puede ser que aparezca en 17, 25, 35 años y eso es un cáncer de pulmón. Eso no tiene, hasta el momento, vuelta atrás.
Nuestra lucha en este momento está en ese punto, en el cuidado de los compañeros. Actualmente los trabajadores de Rancagua, que es el lugar más crítico, los compañeros no están trabajando. Están trabajando un grupo de compañeros en condiciones muy distintas a las que trabajaban los compañeros afectados y el resto está en su casa. Todos los demás trabajadores tenemos que pasar por el RAR una vez al año para saber cómo evoluciona todo.
–¿Querés agregar alguna cosa más, sintetizar o reforzar alguna idea?
–Sí, contarles que somos parte de la Coordinadora Internacional de Sindicatos de Metros. Una organización que fundamos hace varios años con compañeros de distintos países de Latinoamérica. Una vez al año nos encontramos en alguno de los países a intercambiar experiencias, debatir sobre la política en el transporte subterránea, modos de explotación y el marco político de cada uno que por cierto puede variar pero que en definitiva tienen el mismo sentido. Aunque siempre hay puntos de unión o un desarrollo desigual entre países, las privatizaciones, tercerización, subcontrato, etc. viene siendo moneda corriente en todo el continente. Establecimos relaciones con sindicatos de Madrid, Barcelona y Paris. En estos casos el avance tecnológico los coloca en otro nivel de desarrollo pero aún así la línea es la misma: incrementar ganancias bajando el costo laboral.
Los despidos de tercerizados y subcontratados en Chile, la modificación de convenios en México o la falta de personal en Madrid son cuestiones que conocemos de primera mano y nos ponen en alerta para lo que puede llegar a pasar en Buenos Aires. El contacto y la solidaridad en nuestros conflictos son constantes durante todo el año y siempre buscamos acciones en común, si bien eso es lo más complicado de coordinar siempre es parte de nuestra búsqueda.