Guerreras en el Mundial

Tras 12 años de no poder competir en un mundial, la selección femenina de fútbol de Argentina tuvo una actuación histórica en la 7º edición de la Copa del Mundo organizada por la FIFA en Francia.

“Me paro en la cancha como me paro en la vida”

El primer partido se lo empatamos 0-0 a Japón, las últimas subcampeonas del mundo. Por primera vez la selección conseguía su primer punto y Estefanía Banini, nuestra capitana, se llevaría la distinción a “mejor jugadora del partido”. “Mostramos en la cancha la lucha de la mujer argentina por la igualdad”, dijo. Algunos medios la apodarían como “La Messi”, pero ella contestó: “No es que no me gusta que me comparen, pero me gustaría que nos empiecen a conocer por nuestros nombres”. El segundo partido contra otra potencia: Inglaterra. Nos ganaron 1-0 pero nuevamente tendríamos a la figura del partido: la arquera Vanina Correa, que atajó un penal histórico y varias de las pelotas que llegaban al arco. A Correa la convenció el director técnico de participar en el mundial. Ella ya casi estaba retirada, había dejado de practicar, había sido mamá y seguía trabajando de cajera en la municipalidad de Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe. En el tercer partido contra Escocia, Argentina pudo mostrar otro juego y empezar a atacar. Perdíamos 3-0,  y los cambios del director técnico Carlos Borrello dieron sus frutos: Milagros Menéndez convirtió el primer gol argentino en la historia de los mundiales FIFA a los minutos que entró a la cancha; y Dalila lppolito, de 17 años, la más chica del plantel, que fue a Francia con la condición de su familia de hacer la tarea de la escuela en los ratos libres, fue una figura clave para remontar el partido. Después vino el golazo de Florencia Bonsegundo, jugadora de UAI Urquiza, y autora del tercer gol de penal que conquistaría el empate que se gritó como triunfo. Nunca en la historia de los mundiales un equipo había remontado un 3-0.  

“Llevamos en los botines revolución”

Aunque esto no alcanzó para que la selección clasificara a la próxima ronda, la garra de estas pibas fue suficiente para hacer historia. Algunos de sus relatos se repiten: jugaron desde chicas con varones porque no había escuelas para nenas, patearon las cabezas de las muñecas que les regalaban, con suerte lograron entrar a un club a sus 15. Todas trabajan, salvo las que se fueron a jugar al exterior. Agustina Barroso cuenta que de chica se cortaba el pelo para que los papás de los chicos con los que jugaba no le gritaran cosas. “Chule”, jugadora de Boca,  dice que a su papá le hubiera gustado que ella fuera modelo: “al final fui modelo….pero de fútbol”, se ríe en un video donde muestra las fotos que hicieron para la marca Nike. Lorena Benítez fue a jugar su primer mundial cuando sus hijos mellizos habían nacido hacia apenas unos días. “Calculamos mal las fechas”, dice riéndose la jugadora de Boca que trabaja en un puesto del Mercado Central junto a su pareja Verónica. Estas pibas le hicieron paro a la AFA porque no les pagaban los viáticos para jugar, no tenían entrenador y la ropa que usaban era la de los varones que sobraba. En la Copa América de 2018, posaron en una foto haciendo la seña de querer ser escuchadas y lograron algunos cambios. Hoy pasaron a la historia y hasta están en un álbum de figuritas.

Macarena Sánchez, primera jugadora en firmar un contrato profesional en el país, recibía el 2019 con este mensaje: «Un 2019 nacional, popular, democrático y feminista. QUE EL FÚTBOL FEMENINO SEA PROFESIONAL Y EL ABORTO SEA LEGAL, CARAJO.» Días después sería desvinculada del club UAI. Ella inició acciones legales y su lucha, en medio de una marea verde agitada, hizo eco rápidamente. Jugadoras, hinchas y periodistas pidieron por un fútbol femenino profesional. Macarena incluso llegó a reunirse con CFK. Hubo cambios y se firmaron los primeros contratos. Sin políticas públicas, la discriminación de género va a seguir en el fútbol; y sin cambios profundos en la sociedad, el negocio va a estar por sobre el derecho a jugar. Pero la ola llegó a todos lados y sigue ganando partidos. Aún quedan muchos por jugar.