La injerencia norteamericana en la Justicia argentina

“El que avisa no traiciona” podría decir el embajador norteamericano en suelo argentino, Edward Prado. Ex juez federal de Texas, Prado llegó el año pasado a la Argentina enviado por el nuevo gobierno de Donald Trump. Pero previamente, en el Senado norteamericano, había declarado que venía con la pretensión de “mejorar el sistema judicial argentino”, función que a todas luces está lejos de corresponderle a un embajador extranjero. “Mi intención es continuar trabajando con los abogados y jueces de la Argentina para mejorar el sistema judicial y fortalecer la confianza de la gente en el sistema judicial”, completó quien se define como amigo del ministro de Justicia argentino, Germán Garavano y otros miembros del poder judicial local.

El 4 de julio del año pasado, la Embajada de EEUU festejó el aniversario de la independencia norteamericana con un evento en el que se hizo presente una nutrida concurrencia de funcionarios políticos, empresarios, jueces y periodistas, entre los que no faltaron la secretaria de Seguridad Patricia Bullrich, el secretario de Derechos Humanos Miguel Avruj, el director del Grupo Clarín Héctor Magnetto y el juez Claudio Bonadio, quien declaró abiertamente: “Hay mucho más diálogo bilateral entre los organismos de seguridad de Estados Unidos y la Justicia argentina”.

Probablemente Prado no imaginaba que, en medio del “escándalo D’Alessio”, sus palabras se transformarían en evidencias claras de la desfachatada injerencia norteamericana en el sistema judicial argentino. Es que la investigación del juez federal Ramos Padilla, que ha descubierto lo que denomina “una red paraestatal de espionaje ideológico, político y judicial de grandes magnitudes” dedicada a manipular a la Justicia, toca directamente al imperialismo yanqui.

A pesar de que, obviamente, la Embajada lo niega, Marcelo D’Alessio se presentó públicamente, en múltiples oportunidades, como agente de la DEA (Drug Enforcement Administration), la agencia norteamericana que “combate” el narcotráfico, sin mucho éxito por lo que parece, ya que EEUU sigue siendo el país con mayor consumo mundial. El ex agente de inteligencia Rolando Barreiro declaró ante Padilla que D’Alessio “decía que hacía cuatro o cinco reportes anuales, que cobraba muy buen dinero, creo que serían unos diez mil dólares por mes”.

Cabe mencionar que la DEA tiene una importante presencia y actuación en nuestro país desde hace tiempo, ampliada durante el macrismo. Una nota del diario Perfil del 25/2/2018 señalaba que miembros de la agencia norteamericana “trabajan abiertamente junto a las fuerzas de seguridad locales y dan cursos de capacitación a los espías de la ex SIDE” (o sea la Agencia Federal de Inteligencia, AFI) y que desde el 2016, la cantidad de agentes permanentes en Argentina pasaron de 3 a 10. De modo que los “delirios” de D’Alessio no suenan tan desatinados. Sobre todo, teniendo en cuenta que en los allanamientos de sus propiedades fueron encontradas, entre otras cosas, armas de alta tecnología, remeras del FBI, manuales de inteligencia, drones con cámaras, chalecos antibalas, equipamiento tecnológico de espionaje y hojas membretadas por la Embajada de EEUU.