El pueblo platense desde el primer momento mostró sus mejores reservas, se autorganizó en el medio del temporal y en pocas horas se multiplicaron los centros de ayuda mientras que los funcionarios del municipio, provincia y nación, debatían como buitres para ver quién iba a ser la carroña del desastre.
Gran parte de la ayuda solidaria de las distintas organizaciones sociales, políticas, deportivas y educativas pudo llegar a los lugares. Sim embargo, al principio costó que se cubrieran las zonas más afectadas, por ejemplo Villa Elvira, por el desborde del arroyo Maldonado. También fue complicado en la Barriada de San Carlos y Altos de San Lorenzo, muy afectadas por el arroyo El Gato.
Se hizo evidente que, en medio del caos, fue el pueblo el que irrumpió en la escena y logró hacer llegar su ayuda a pesar de las disputas de las clases dominantes y sus gerentes estatales, demostrando así que puede colaborar con miles de compatriotas desinteresadamente.
¿Desgracia natural?
La inundación volvió a mostrar la podredumbre de este Estado oligárquico imperialista. Este desastre no es distinto al de Once, no es distinto al de Cromañón: es parte de lo mismo. Un Estado que gerencia a una sociedad donde a la fuerza reina de forma soberana la lucha del hombre por el hombre; donde un puñado de empresas, monopolios y terratenientes expolian al conjunto de las clases populares.
Cristina Kirchner, Daniel Scioli y Pablo Bruera son los responsables políticos de las muertes y de todas las pérdidas que la inundación nos dejó. El gobierno nacional no sólo no giró los fondos necesarios para realizar obras, sino que, además, no centralizó la organización de las mismas en el Ministerio de Planificación -el de Obras Públicas de Nación no existe más-. Porque lo que sí hace desde allí De Vido y todo su grupo, es armar los negocios con los López, los Baez y demás empresarios enriquecidos con el “modelo”.
El gobierno provincial en 10 años no tuvo una actitud diferente. Fue vaciando el Ministerio de Obras Públicas, y, las pocas cosas que se hicieron fueron en beneficio de empresas amigas. Muchas, de hecho, como explicamos en el número anterior, resultaron ser obras deficientes y de poca envergadura, que, de rápida inauguración, sólo sirven para la foto.
El gobierno Municipal tampoco quedó al margen de esto: el código urbano fue elaborado y consensuado con provincia, nación y las empresas constructoras. La Plata tiene un intendente que, hasta el tercer día de haber escurrido el agua, seguía sin abrir las delegaciones municipales para brindar ayuda. Un intendente que, para colmo, twiteó una foto trucha simulando ayuda solidaria.
Pareciera que ese es el acuerdo al que llegaron Nación, Provincia y Municipio, montados en la solidaridad de miles de jóvenes k que, una vez más, fueron usados por un falso modelo “nacional y popular”.
El fin de semana del 13, desarrollaron un operativo donde que 15 mil jóvenes recorrieron la ciudad dispuestos a ayudar pero lamentablemente fueron parte del “aquí no ha pasado nada”.
Su ayuda solidaria fue bienvenida pero no resuelve los problemas estructurales: no se pueden levantar de nuevo las casillas arrasadas en el mismo lugar donde la inundación se las llevó, como lo hicieron. Se requiere de planes de viviendas, obra pública y subsidios.
El pueblo se sigue organizando.
Sigue la pelea por los responsables, por quiénes tienen que pagar los destrozos y solucionar el problema de fondo para que no esto no vuelva a suceder. Acá la política, la corrupción y los negociados, le costaron la vida a muchas personas -la mayoría de sectores populares-. El Estado es responsable por eso.
Ya surgieron varias asambleas barriales, movilizaciones por separado y en conjunto a la Municipalidad, para exigir subsidios, obras y demás necesidades urgentes. Los centros de estudiantes, sindicatos y organizaciones políticas y sociales nos seguimos organizando y luchando en los lugares de estudio, trabajo y vivienda para que haya soluciones de fondo. Esta semana una movilización irrumpió en el Concejo Deliberante, mostrando la indignación del pueblo con Bruera.
La solidaridad y la organización mostraron la fuerza del protagonismo del pueblo, clave para poder avanzar en conseguir que se tomen las medidas necesarias para abordar esta crisis y acumular fuerzas para la liberación nacional y social. Porque sólo así será posible otra política económica, productiva y urbana en función de las necesidades populares y nacionales.