La vacuna, ya llegó

El vuelo más esperado del año vino en Aerolíneas Argentinas. Ciertamente, las 300 mil dosis de vacunas Sputnik aún son pocas. Pero sirven para empezar por proteger a nuestros trabajadores de la salud y mostrar un horizonte esperanzador. Aún faltan varios meses para poner fin a la tragedia del Covid. Pero hoy es el inicio del fin de esta epidemia en nuestro país.

En enero y febrero llegarán otras 20 millones más, que permitirá proteger no sólo a todos los y las trabajadores esenciales sino también a la población de riesgo, empezando por los mayores. Luego irán llegando también otros 22 millones de dosis de AstraZeneca (que se produce en Argentina), 9 millones del sistema Covax y posiblemente también de Pfizer (EEUU) y China.

Todo esto demorará varios meses por varios motivos: 1) las aprobaciones tras concluir la Fase 3 recién están saliendo; 2) la producción no da abasto; 3) la aplicación masiva y rápida es también un proceso complejo, porque exige estrictos cuidados para la vacuna, el personal dispuesto a la tarea y los destinatarios; 4) la vacuna no da inmediatamente la inmunidad, sino que requiere algunas semanas y su segunda dosis.

Por estos motivos, los cuidados del distanciamiento social deben sostenerse durante estos meses. Más aún debido a la tendencia de crecimiento de casos registrada en la última semana. No hay ninguna evidencia científica que muestre que en algún país del mundo se haya logrado la tan promovida inmunidad de rebaño natural. Por el contrario, los rebrotes en Europa especialmente (pero no sólo allí) evidencian que no queda otra que sostener todo lo posible las medidas preventivas. Más aún cuando ahora sí tenemos plazos concretos para lograr la inmunidad adquirida, por la campaña de vacunación.

Sputnik V

Según el instituto estatal ruso Gamaleya, que desarrolló la vacuna Sputnik V, ha demostrado seguridad y una eficacia del 91,4%. El refuerzo debe darse a los 21 días posteriores a la primera dosis, garantizando recién allí la inmunidad. Cuesta menos de 10 dólares cada dosis.

Funcionarios argentinos del Ministerio de Salud y del ANMAT han viajado allí para analizar la información técnica de esta vacuna. Esto se debe particularmente a la urgencia en comenzar con la vacunación y a que no existe un organismo internacional que deba dar una aprobación global. La vacuna es un problema de soberanía y cada país debe establecer sus propios mecanismos. En EEUU es la FDA; en Europa, la EMA; en Argentina el ANMAT y el Ministerio de Salud.

Lamentablemente, las vacunas son también instrumentos de disputa internacional. Sólo así se explica que el laboratorio privado yanqui Pfizer demorara el acuerdo con Argentina, donde realizó uno de sus mayores estudios de Fase 3. O que el gobierno ruso decidiera bautizar a la vacuna como Sputnik, recordando al satélite ruso de 1957 en el contexto de la Guerra Fría con EEUU.

En concreto ahora, en Rusia, la vacuna ya se aplica a la población. Y las autoridades argentinas que viajaron allí han verificado su seguridad y eficacia. Por eso el Ministerio de Salud la ha aprobado de emergencia con la recomendación del ANMAT, según lo estipulado por la Ley 27.573.

La esperanza es más fuerte

Desde algunos sectores de la oposición –medios incluidos– han salido a cuestionar incluso la aprobación de emergencia por parte del Ministerio de Salud (no así con la aprobación de la vacuna de Pfizer). Algunos insisten, en cambio, con el dióxido de cloro que ya mató un niño de cinco años en Neuquén. La presentación penal realizada por una diputada renunciante descolla por lo ridículo. Juegan con el desánimo. Pero lo único que evidencian así es qué poco les importa realmente la salud del pueblo. Serán castigados por la esperanza popular. El pueblo ha hecho un esfuerzo enorme en este 2020 que termina. No será en vano.