Murió Menem impune

La voladura de Río Tercero y sus víctimas fatales, producida para encubrir los faltantes en la Fábrica Militar tras el negociado de las armas vinculado a la guerra entre Perú y Ecuador, es quizás aparentemente el crimen más cruento por el que Menem debió haber pagado. Pero no tiene sentido establecer un orden de los hechos con los que Menem dañó al pueblo y la Nación argentina. Porque sería imposible hacer el cálculo de cuántas víctimas a lo largo de ya más de una generación dejó la privatización de YPF, el Plan Brady, las AFJP y toda la sarta de transformaciones antinacionales y antipopulares que dejó su paso por su Presidencia.

Menem nos metió en la Guerra del Golfo como parte de las relaciones carnales que inauguró. Es  imposible desvincular los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA en pleno centro porteño de ese contexto. Tampoco, probablemente, de la muerte de su propio hijo. Sabría él por qué esas causas no debían investigarse.

Como olvidarnos de su política rastrera y entreguista sobre Malvinas, y de los ositos Winnie Pooh enviados desde la Cancillería para congraciarse con los kelpers. Menem corporiza en Argentina el giro de una época. Desde el “aggiornamiento” de la doctrina peronista deshizo el tejido de empresas del Estado, como parte de una política de “diversificación de la dependencia” en lo interno, y de alineamiento y “relaciones carnales” con EEUU en el plano internacional. Términos todos acuñados todos por el propio menemismo, junto al “robo para la Corona”.

El indulto a Videla, Massera y los comandantes de la Dictadura fue otro de sus nefastos legados. Donde también aprovechó su condición de gobernador riojano derrocado por el golpe genocida, perseguido y preso durante varios años por la dictadura, que entre otras razones le permitieron ganar la presidencia en 1989.

La “estabilidad” cancerígena de la Convertibilidad 1 a 1, con la importación de todo lo que podía fabricarse aquí, que implementaron Menem y Cavallo duró 5 años y le alcanzaron para la reelección que permitió la reforma constitucional del Pacto de Olivos. Luego vendrían las revueltas sociales y los muertos en cada represión. Es que Menem vive en cada empresa privatizada, en la desocupación, en la franja de pobreza y de jóvenes que no estudian ni trabajan que forma parte del tejido social de nuestro país desde entonces.