Para Milei, el voto universal es “populista”

La Ley Sáenz Peña e Hipólito Yrigoyen.

Carlos Pellegrini votando cuando no había ni urna, ni cuarto oscuro, ni voto secreto, ni mucho menos voto universal en Buenos Aires.

En varias de sus declaraciones, Javier Milei planteó “volver a la Argentina liberal del siglo XIX”. El candidato se refiere a un período de la historia argentina, entre 1875 y 1914, comúnmente conocido como el del modelo agroexportador. En esos años, el sistema capitalista-imperialista se expandió a nivel mundial y la Argentina se insertó en el mercado internacional como exportador de carnes y granos. Con un precio muy favorable de las materias primas, fue un período de auge para las clases dominantes, terratenientes y comerciantes, que hegemonizaron la consolidación del Estado Nacional. Ese esquema, muy dependiente de los factores externos, mostró sus limitaciones cuando la Primera Guerra Mundial interrumpió los flujos comerciales, y no estuvo exento de crisis como la que originó la Revolución del Parque en 1890.

Pero más allá de estas cuestiones, en la “Argentina liberal” que reivindica Milei, lo que justamente no había eran libertades y derechos políticos. El voto era cantado, es decir, que los varones mayores de edad se debían presentar a la mesa electoral y expresar en voz alta por quién votaban. El acto electoral se llevaba a cabo al aire libre, en general en lugares públicos como plazas o el atrio de las iglesias. Además, como no existía un padrón electoral único, los votos se registraban en una planilla realizada por la autoridad electoral.

En este tipo de elecciones el fraude era inminente y se realizaba de diversas maneras. El registro manual de los votos llevaba a que se registren más o menos votos a favor un candidato, por la exclusión del registro electoral de opositores o el “voto múltiple” donde una misma persona votaba en diferentes lugares.

Asimismo, el sistema electoral se llevaba a cabo bajo un mecanismo de violencia. Los caudillos y patrones obligaban a los hombres sobre los que tenían algún tipo de poder a votar por sus candidatos. Los electores no podían elegir libremente. Además, el sistema electoral se caracterizaba por enfrentamientos violentos el día de los comicios, lo que llevaba a la poca participación. En general, solo votaba el dos por ciento de la población.

En este contexto, la Argentina vivió por más de cuarenta años un virtual régimen de partido único con el dominio del PAN, el Partido Autonomista Nacional. Esta situación, sumada a la profunda desigualdad económica, dio lugar a numerosos conflictos, entre ellos las huelgas obreras lideradas por los anarquistas, como la Semana Roja de 1909, la Huelga de los Inquilinos contra la suba de alquileres en 1907, el levantamiento radical de 1905 y el Grito de Alcorta de los arrendatarios del campo contra los terratenientes en 1912.

Estas luchas colaboraron en la fisura dentro del PAN entre un sector conservador y otro aperturista, que encabezó Roque Saénz Peña. Con la Ley de 1912 que llevó su nombre, se estableció el sufragio universal masculino, secreto y obligatorio. En las elecciones de 1916, primeras con ese sistema, ganó Hipólito Yrigoyen de la UCR. Ahí, cuando una parte mucho mayor del pueblo pudo votar (ni siquiera todos ya que el voto femenino llegó recién en 1949 con el peronismo), empezaron, para Milei, los problemas y el “populismo” en la Argentina.