Proyecto antiderechos en Tucumán: ¡rechazado!

Finalmente fue rechazado el proyecto de ley presentado por un grupo de 29 legisladores de Tucumán, encabezados por el peronista Marcelo Caponio, que prohibía los abortos incluso en casos de violación.

Desató una gran controversia por tratarse de una práctica habilitada por el Código Penal desde 1922, prevista en el actual anteproyecto de reforma e incluso avalada por el fallo F.A.L de la Corte Suprema. Una verdadera aberración legislativa: el abc del trabajo legislativo es que ninguna ley provincial puede ir en contra de una norma nacional. Fue por esta razón que las comisiones de la Legislatura tucumana dictaminaron el rechazo. Pero también por la rápida movilización del movimiento de mujeres tucumanas y de todo el país que se manifestaron en repudio al proyecto. Entre otras medidas se realizaron un pañuelazo frente a la Legislatura Tucumana y una concentración frente a la casa de la Provincia de Tucumán en CABA.

Un poco de historia

En el medioevo, cuando una mujer quedaba embarazada producto de una violación, existía como “solución” que violador y violada se casen, con el consentimiento de la familia de la mujer violada y la bendición de la Iglesia. Así el violador “subsanaba” su pecado. Evidentemente, no importaba demasiado el deseo o la decisión de la mujer. En nuestro continente, la conquista y colonización estuvo acompañada desde su inicio por violaciones generalizadas. La caída del feudalismo y las revoluciones alimentaron también la lucha por la liberación de la mujer. Con su incorporación al trabajo asalariado y varios siglos de lucha se fueron sentando las bases para la conquista del derecho al aborto, siendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas el primer país en legalizar plenamente el aborto en el año 1920.

Hoy en Argentina, las causales de aborto legal están contempladas en el Código Penal sancionado en 1921 –durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen– que entró en vigencia en enero de 1922. El Código anterior (1887) estipulaba sanciones a la práctica de interrupción del embarazo en absolutamente todos los casos, castigando el acto con la pena de prisión. En 1919 se introdujeron algunas excepciones a la figura del aborto, tomándolas del Código Penal suizo. Esto fue posible gracias a un proyecto presentado en 1917 que pasó por la Comisión del Senado. Es así como ciertas causales fueron admitidas dentro del actual Código Penal de la Nación. A lo largo de la historia argentina del siglo XX, estas causales fueron restringidas durante el gobierno dictatorial de Onganía y durante la última dictadura militar de 1976-1983. En el año 1984, el texto volvió a la redacción original de 1922.

Cuando se aprobó este Código en 1921, las mujeres ni siquiera teníamos reconocido el derecho al voto, no integrábamos las listas electorales y había muy poca participación de las mujeres en la política y en funciones públicas. Tampoco teníamos plena disposición de nuestros bienes, ni la patria potestad de nuestras hijas e hijos, ya que para el Código Civil éramos consideradas incapaces. La violencia de género estaba plenamente naturalizada y legitimada. Fueron muy pocas las que pudieron acceder a alguna carrera universitaria y ejercer una profesión. Legal y socialmente, el lugar que teníamos asignado era cumplir las tareas domésticas y el cuidado de la familia.

¿Qué buscan con
esta iniciativa?

Quieren retrotraer el régimen jurídico a la situación anterior a 1922. Esto se evidenció también durante todo el debate de la interrupción voluntaria del embarazo: prácticamente no participaron de la discusión del proyecto en debate, sino que las intervenciones y argumentaciones de estos sectores versaban sobre la prohibición del aborto en todos los casos, incluso en casos de violación, de abuso sexual a niñas y adolescentes y en casos de riesgo de la vida o la salud de la mujer. Todas cuestiones que no estaban en debate.

Es obvio que, como legisladores, saben que proyectos como el presentado en Tucumán son inviables dentro de nuestro marco normativo. Pero generan el hecho político y social de implantar la idea de que algo así es posible. Algo difícil en tiempos de la marea verde, pero que el movimiento de mujeres y feminista no debe subestimar. En palabras de Soledad Deza, abogada tucumana, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al aborto: “Esto es un triunfo, pero no vamos a desmovilizarnos (…) lo vivimos con muchísima alegría, pero también con una sensación ambigua, por tener que estar a la defensiva, en tiempos de democracia, frente a derechos conquistados. Festejamos no retroceder, pero la verdad es que vivimos en un estado de alerta permanente”.