René Salamanca y el clasismo en la dirección del SMATA Córdoba

Los primeros pasos en la conducción

El triunfo abría un nuevo momento para el clasismo y la oposición combativa, ahora desde la dirección del SMATA Córdoba. La primera tarea fue lograr el reconocimiento de la victoria por parte del SMATA Nacional, enfrentando las provocaciones y maniobras, para lo que se apeló a la movilización obrera como se había hecho durante las elecciones.

Pero no todo estaba resuelto con el triunfo: la Lista Marrón era un amplio frente que agrupaba a múltiples tendencias, entre las que la 1º de Mayo era la de mayor peso, pero no tenía mayoría propia. Por lo tanto, los clasistas se propusieron seguir la lucha por la hegemonía frente las fuerzas reformistas, lo que no tenía como escenario solo a la Comisión Ejecutiva sino que exigía dar la lucha en el conjunto de la masa mecánica. En esta línea, fue fundamental el rol del PCR de la provincia, conducido por César Gody Álvarez y René Salamanca.

Frente a la pregunta de la revista La Comuna sobre la definición de la nueva Conducción del SMATA, Salamanca planteaba: “Te diría que es clasista y reformista a la vez. Porque hay una alianza entre clasistas y reformistas donde ninguna de las dos corrientes tiene hegemonía. Factores como la práctica de la democracia sindical, la movilización y participación continua de la gente, la lucha interna contra la burocracia, ayudan a que se vaya avanzando a posiciones clasistas. Es claro que lo fundamental es la afirmación y desarrollo del clasismo en las bases obreras del SMATA, esto definirá el rumbo” (revista La Comuna, Nº7).

Cumpliendo con el programa de la Lista Marrón se inició la rotación de los miembros de la Comisión Directiva entre sus funciones gremiales y el trabajo en las fábricas. Salamanca fue parte del primer grupo que volvió a su sección en Santa Isabel, lo que generó una gran conmoción entre los obreros. Además, los miembros de la CD pasaron a ganar el mismo sueldo que los trabajadores. El contraste con el burócrata de Elpidio Torres era total. Para avanzar en la democratización del sindicato, se estableció que la Asamblea General era el máximo órgano de dirección del gremio, y la posibilidad de revocar tanto a los directivos como a los delegados por asamblea. Y se resolvió la incorporación a las reuniones de Comisión Ejecutiva del Sindicato de un representante de cada Comisión Interna de Reclamos de fábrica.

Pero el bautismo de fuego se produjo con las negociaciones paritarias, que empezaron en octubre de 1972 y se prolongaron hasta enero del 73. Para la elaboración del anteproyecto se apeló al protagonismo de todos, desde cada sección, elaborando cuadernos donde cada obrero pudo plasmar hasta el último de sus reclamos. En Asamblea se eligieron los delegados paritarios. Al mismo tiempo, se realizaban medidas de lucha para respaldar las negociaciones. Finalmente el resultado fue un gran triunfo: se consiguieron importantes aumentos salariales, reivindicaciones referidas a la insalubridad y condiciones de trabajo, y, principalmente, se recuperó el sábado inglés que había sacado Onganía. La dirección Marrón no solo era más democrática, sino también más efectiva.

El SMATA en medio de la compleja situación del país

En marzo de 1973 finalmente se impuso la salida condicionada de la dictadura y se realizaron las elecciones nacionales. Producto de la proscripción de la candidatura de Juan Domingo Perón, se organizó el Frejuli, llevando como candidatos a Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima. Éstos, fuertemente impulsados por la llamada Tendencia peronista que encabezaba Montoneros, obtuvieron el triunfo con el 49,5% de los votos. Salamanca había planteado públicamente que creía que las elecciones no eran la salida para el país y que votaría en blanco. En las elecciones para la Gobernación de Córdoba triunfó Ricardo Obregón Cano secundado por Atilio López como vicegobernador, quienes se habían impuesto en las listas del Frejuli, también impulsados por la Tendencia y haciendo a un lado al peronismo ortodoxo.

El día de la asunción de Cámpora una multitud se movilizó a la cárcel de Devoto exigiendo la liberación de los presos políticos. Esa misma noche se firmaba el indulto. En un gabinete negociado con Perón, el Ministerio de Bienestar Social lo ocupó José López Rega y en el Ministerio de Economía fue designado José Ber Gelbard. Se puso en práctica el Pacto Social, que implicó el congelamiento salarial y la suspensión de las paritarias por dos años.

Gelbard expresaba a un sector vinculado al socialimperialismo soviético: en mayo del año siguiente realizaría una misión económica a la URSS, donde fue recibido personalmente por su presidente Leonid Brezhnev y se firmaron importantes convenios comerciales. Montoneros festejó esta misión a la que caracterizó como “exitosa” (revista El Peronista, Nº4).

El 20 de junio volvía Perón al país y se producían los hechos de Ezeiza, mostrando el choque entre las jerarquías sindicales peronistas y la Tendencia, expresando una disputa en el seno del Gobierno. Cámpora fue forzado a renunciar y en las nuevas elecciones en septiembre, con el 62%, triunfó la fórmula Juan Domingo Perón-Isabel Perón. Ahora el respaldo principal provenía del sindicalismo peronista. Gran parte de las masas obreras y populares vivieron con mucha expectativa el retorno de Perón al Gobierno. En ese mismo septiembre se había producido el Golpe proyanqui de Pinochet en Chile: el imperialismo norteamericano empezaba a regar Sudamérica de dictaduras.

Rápidamente se fue desencadenando una fuerte confrontación, que tuvo como uno de sus centros al movimiento peronista. José Rucci era acribillado con 23 disparos, lo que posteriormente fue reivindicado por Montoneros. Éstos luego organizaron el Operativo Dorrego en la Provincia de Buenos Aires junto al Primer Cuerpo de Ejército dirigido por el Teniente General Carcagno, del sector lanussista del Ejército. Nacía la Triple A (“Alianza Anticomunista Argentina”), organización parapolicial avalada por Perón y organizada por José López Rega, que se dedicó a realizar atentados, secuestrar y asesinar a miembros de la Tendencia y dirigentes de izquierda y populares.

El gobierno de Perón intentó recrear en parte la política nacional-reformista de sus primeros gobiernos, manteniendo un importante sector de empresas estatales, evitando el endeudamiento con el FMI y concediendo reivindicaciones a los sectores populares, como los congelamientos de precios y alquileres o la ley de arrendamientos rurales. Pero mantuvo y buscó consolidar el Pacto Social, lo que implicaba disciplinar al conjunto del movimiento sindical, en particular a los cordobeses. Para esto se realizó una modificación a la Ley de Asociaciones Profesionales que regulaba a los sindicatos, estableciendo una mayor centralización: extendía los mandatos de 2 a 4 años y autorizaba a las direcciones nacionales de intervenir las seccionales, y a las direcciones de los sindicatos a suspender a los delegados de fábrica.

La proyección del SMATA Córdoba

A inicios de 1973 el SMATA, junto a los ex-miembros de los disueltos Sitrac y Sitram, encaró una campaña para lograr la afiliación de los obreros de Fiat al sindicato mecánico, frente a la intención del Gobierno de afiliarlos en la UOM. En junio se realizaron plebiscitos, en donde la enorme mayoría de los obreros se pronunció por el SMATA: 1.502 a 153 en Concord y 652 a 44 en Materfer. A pesar de esto, y de que incluso fueron tomadas las plantas por este reclamo, el Ministerio de Trabajo terminó fallando a favor de la UOM: no podían permitir la unidad de los combativos obreros de Fiat con los del SMATA. Pero, aún así, los obreros decidieron la incorporación en la práctica de los delegados de Fiat al Cuerpo de Delegados del SMATA, que a partir de ahí pasó a estar integrado por 400 delegados: representaban a 18.000 obreros automotrices y mecánicos de Córdoba.

A principios de 1973 Salamanca se incorporó a la conducción de la CGT Córdoba junto a Atilio López, de la UTA y el peronismo legalista, y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza y los sindicatos independientes, que ya estaban en la dirección de la Central. Esta alianza expresaba a los principales contingentes obreros que venían en lucha desde el Cordobazo, y derrotó a la corriente peronista ortodoxa que respondía a Alejo Simó de la UOM Córdoba y la CGT Nacional de José Rucci. Salamanca asumía el puesto de Secretario Gremial, su figura y la corriente clasista se proyectaban hacia todo el movimiento obrero de la provincia. A mediados de 1973 la CGT Nacional de Rucci revocó las comisiones directivas de todas las CGT regionales y crecieron las presiones a Córdoba para conformar un Secretariado exclusivamente peronista, excluyendo a Tosco y Salamanca. Frente a esto, ambos decidieron conformar el Movimiento Sindical Combativo, planteando la necesidad de continuar la alianza con los peronistas legalistas de Atilio López.

En febrero de 1974 se produjo en Córdoba el “Navarrazo”, un golpe encabezado por el jefe de Policía de la Provincia, Domingo Navarro, que destituyó al gobierno provincial de Obregón Cano y Atilio López. Días después era intervenida la provincia, designando a Duilio Brunello. Al día siguiente del Navarrazo se reunía un “Congreso Normalizador” de la CGT Regional, presidido por el Ministro de Trabajo Ricardo Otero, en el que excluyeron a Tosco, Salamanca y los peronistas legalistas de Atilio López. Sin el quórum necesario y custodiado por la policía de Navarro, los peronistas ortodoxos se hicieron con el control de la Central, respaldados por el propio Perón. En el Cuerpo de Delegados del SMATA, Montoneros y el PC plantearon la expulsión de los delegados peronistas. Estos rechazaban toda vinculación con el Navarrazo, por lo que Salamanca se opuso y propuso la resolución que finalmente se vota: “1) Repudiar a Navarro y a las bandas fascistas. 2) Respeto de la voluntad soberana del pueblo cordobés. 3) Restitución de Obregón Cano y Atilio López. 4) Nuevo Plenario de la CGT para elegir una dirección realmente representativa de las bases”.

El SMATA Córdoba y su dirección clasista se fueron transformando en una referencia para el movimiento obrero en todo el país. Así, cuando a principios de 1974 se produjo el Villazo, una pueblada en Villa Constitución encabezada por los obreros metalúrgicos de Acíndar, Marathón y Metcon que inició el proceso que llevaría a un nuevo avance de la democracia y la recuperación sindical, Salamanca fue uno de los invitados al plenario nacional que desde allí se convocó. Salamanca también se vinculó con las experiencias más avanzadas de lucha de los distintos sectores populares en ese momento. En particular con las Ligas Agrarias de campesinos pobres y medios surgidas en Chaco y que se extendían por todo el Nordeste argentino. Asimismo, profundizó las relaciones con el movimiento estudiantil de Córdoba y de todo el país.

Los primeros dos años de la conducción Marrón en el SMATA Córdoba arrojaban un saldo enormemente positivo para los obreros mecánicos: el clasismo demostraba en los hechos que era posible la democracia sindical profunda, la lucha a fondo por las reivindicaciones con independencia de clase y la proyección política por un camino liberador para la clase obrera y el pueblo.

En 1974 la Lista Marrón iba a ser ratificada en la Conducción del SMATA Córdoba y se iniciaría la larga lucha de los mecánicos contra el Pacto Social y la intervención del sindicato por parte del SMATA Nacional. En el medio, el 1º de julio se produciría la muerte de Perón y la situación se precipitaría. A partir de ahí, perseguido y en la clandestinidad, René Salamanca publicaría una serie de cartas abiertas denunciando los preparativos golpistas, al tiempo que los mecánicos continuaban luchando por sus reivindicaciones y por la recuperación del sindicato. Un período aún más complejo, que abordaremos en la próxima nota.