“Salir de puta”: Un documental necesario

Entrevistamos a Sofía Rocha, directora de “Salir de Puta”, su primer largometraje que en 100 minutos aborda sin medias tintas, y a través del relato de sus propias protagonistas, la situación de miles de mujeres sometidas a la prostitución. A partir allí, encarna el debate entre abolicionistas de AMADH y reglamentaristas de AMMAR.

–¿Por qué elegiste este tema para tu primer largometraje? ¿Quiénes más participaron de su realización?

–Hace años formo parte del movimiento de mujeres, disidencias, feminismos, y veía que este era un debate muy álgido entre distintas posturas. Siempre me interesó el debate más de fondo: qué pasa con la mayoría de las mujeres que ponen el cuerpo, la sexualidad y el rol de las mujeres en la sociedad. Hay una polarización muy extrema entre las que lo ven como un trabajo y las que no, y me parecía que faltaban más elementos, no solo para tomar una postura, sino para pensar qué se puede hacer en el presente frente a esta problemática tan compleja. De la película participaron muchas personas, pero quienes estuvieron produciendo conmigo fueron Sofía De Luca, Belén Nuñez, Juan Ignacio Tamagno y Victoria Mathé Leitner.

–La película apuesta 100% a las protagonistas. ¿Este enfoque ya estaba decidido de antemano? ¿Cómo fue ese proceso de realizar las entrevistas?

–Sí, quería que aparecieran las protagonistas de entrada y también que estén las diferentes posturas. Las fuimos conociendo y contactando a través de las redes sociales, y yendo a las actividades de sus organizaciones. Había una idea de que las mujeres en situación de prostitución o trabajadoras sexuales, depende como quieran ser llamadas, estaban “a favor” y las que estaban “en contra” era solo gente intelectual y tomaban postura sólo desde un punto de vista teórico/ideológico. Cuando nos pusimos a investigar nos dimos cuenta que no, que este debate está entre ellas mismas. Investigamos un montón, sobre el origen de la prostitución, los diferentes modelos (abolicionismo, prohibicionismo, regulacionismo). Que el relato se armara desde las protagonistas era para mostrar que en definitiva esto afecta a cuerpos y personas concretas en su día a día, entonces todo lo que se le exija al Estado va a tener repercusión en ellas. Partir de la realidad me parece fundamental, pero también quería aportar una mirada integral, histórica, de clase y de género que fuera más compleja. No es un documental que apela solo a la vivencia de vida y al sufrimiento, sino que también la idea fue mostrar el aspecto más activo: mujeres que en base a sus experiencias tienen una postura política e incluso filosófica. “Las prostitutas” ya tienen un estereotipo instalado en la sociedad totalmente ninguneado, ponerlas en pantalla como sujetas de derechos. Así fuimos conociendo a las integrantes de AMMAR, las de AMADH y a Madres Víctimas de Trata.

–El documental va hilvanando los diferentes enfoques sobre la prostitución secuenciando fragmentos de múltiples reportajes con homogeneidad audio visual: ¿Cómo fue el trabajo de guion y producción para lograr un resultado que logra atrapar la atención de quien lo mira?

–Fue clave la investigación previa pero también fue acertado armar un cuestionario común para todas y también preguntarles qué opinan de la otra postura. Nuestro objetivo era tratar de entender el punto de vista de cada una sin prejuzgar. Las escenas de debate se van relacionando con otras autorales, poéticas, de investigación, material de archivo. Quisimos que aparezca también qué pasa con esta problemática a nivel internacional, pero todo no entraba. El proceso duró tres años y medio: año y medio entre investigación y rodaje, y otro año y medio de montaje, de postproducción de color y sonido.

–La película ¿Toma postura o deja abierto el debate? El trailer parece abierto…

–Yo creo que quienes terminan de completar el sentido de la película son los y las espectadoras. Nuestro interés central fue dar herramientas hacia el movimiento de mujeres, de las disidencias, al feminismo. Mostrar los puntos comunes, mostrar que Argentina pasó por los tres modelos, reglamentarista, prohibicionista y abolicionista… las leyes contra la trata que se conquistaron en 2008 y 2012, y que pasó en ese sentido. Intentamos salir del “river-boca” pero tampoco forzar algo conciliatorio, porque eso es imposible. Es un tema complejo que requiere medidas integrales complejas por parte del Estado.

–Tras esta experiencia, ¿Dónde ves que están los nudos de la polémica entre abolicionismo y reglamentarismo?

–El nudo central entre las dos posturas es si hay que reivindicarlo como trabajo y legalizarlo, o denunciarlo como forma de sometimiento, asistir a la parte explotada para que se libere de esa situación y penar al explotador. A la vez un tema en común entre las diferentes posturas es que estas mujeres, mujeres trans y travestis, se consideren personas en situación de prostitución o trabajadoras sexuales, que viven o sobreviven de esto, es que cuando van a la esquina se encuentran con la policía que les pide coimas o se las lleva presas. Si bien Argentina no penaliza, ni prohíbe el ejercicio de la prostitución de forma autónoma, actualmente conviven códigos contravencionales provinciales que si prohíben el ejercicio. Entonces eso hace que tengan que darle el 50% de lo que recaudan, o más si es a un proxeneta en el prostíbulo, y que sea él quien arregle con la policía. Un punto que todos tenemos que reivindicar es que no sean perseguidas y denunciar como está armado este negocio.

Otro punto es que varias plantean: “yo no tengo jubilación ni obra social, si a mis 60 no pude salir de esto ¿qué hago? ¿Sigo en la esquina?”. Muchas se inscriben en el monotributo como peluqueras, modistas y así tienen obra social y jubilación. Pero una cosa es la obra social y la jubilación y otra es que esto sea considerado un trabajo como cualquier otro, es decir la regulación y que el proxeneta sea presentado como “empleador consentido” o un “servicio de seguridad” y el prostíbulo como un “alojamiento” que pagaría la persona en prostitución.

La mayoría de estas mujeres son empujadas socialmente a comercializar su sexualidad, que es una parte fundamental de la identidad de su persona. Una de las cosas cuestionadas a partir del primer juicio del caso Marita Verón en el que todos sus secuestradores y proxenetas quedaron absueltos, fue la figura de “consentimiento” que encubría la relación de proxenetismo y trata, por esto se luchó y conquistó la modificación a la ley de trata que eliminó la figura del consentimiento de la propia explotación sexual, aunque seas mayor de 18 años. Esto permitió que muchas denunciaran a sus proxenetas que quizá no las tenían secuestradas, pero sí coaccionadas de alguna otra forma.

Por eso al sector abolicionista se le ponen los pelos de punta cuando se propone que esto sea un trabajo como cualquier otro, no quieren que se retroceda en las conquistas obtenidas hasta acá. Este sector denuncia y lucha por oportunidades laborales y educación para quienes quieran salir de esta situación, la mayoría no tiene ni terminada la primaria. El tema es que en la Argentina pandémica con un 50% de pobreza si no vas a una reindustralización del país esto es muy difícil, ya hay un montón de gente sin laburo en general. Este es un gran punto programático para conquistar con las organizaciones y la lucha social.

El otro tema es dejar de pensar que son mujeres “indignas e impuras”: la prostitución existe porque una parte de la sociedad la consume. Tenemos que ir al debate más profundo: ¿La prostitución fomenta al patriarcado o es un mayor empoderamiento para las mujeres? ¿Qué pasa con la sexualidad en la relación de compra-venta?
Hay que debatir partiendo de las necesidades concretas: no perseguirlas, darles opciones laborales y educativas para así si poder hablar de una verdadera “elección” y ser inflexibles contra las redes de trata. Yo creo que es posible cambiar esta realidad, cambiar un sistema opresor que viene de hace miles de años, todo es posible si nos organizamos y nos animamos a luchar, pero no es de un día para otro.

–¿Cómo se financió la producción de la película? ¿Cómo es que primero se estrenó en Turquía? ¿Qué perspectivas ves que tiene dentro de nuestro país?

–No tuvimos financiación de ningún organismo, fue independiente. Todo fue con nuestra plata, nuestros equipos y trabajo, y gente que colaboró con rifas y con aportes más grandes. Ahora la película la está distribuyendo Viviana de Rosa, con ella vimos un recorrido posible en festivales de mujeres o de cine latinoamericano pensando el perfil de la película, así fue seleccionada en el Festival de Turquía. Ahora estamos organizando para estrenarla en Cine.ar y en salas. También estamos a la espera de ser seleccionadas en otros festivales. A su vez nuestra idea es que vuelva a la calle, que es del lugar que salió, ponerla a disposición de la gente, de organizaciones, de clubes barriales, centros culturales, de quien quiera utilizarla, hacerla girar y contribuir al debate posterior que se puede dar luego de mirarla, que es el objetivo central.

–¿Qué repercusión tuvo hasta ahora?

–La devolución por ahora fue muy positiva en general, de personas que están metidas en el tema y también de otras que quizá no estaban en contacto con la problemática y logró con la película conocer también el debate. Con Paloma García de Garbo Prensa buscábamos que la peli hiciera un poco de ruido, aprovechar el festival de Turquía para que tenga interés en vista del estreno nacional, y finalmente explotó. Fue todo muy rápido, ella lanzó a los medios el trailer o el link de visualización privada y tuvo mucha demanda, tuvo mucha repercusión para lo que suele ser un preestreno, al menos eso nos dijeron colegas del ambiente. Nos pidieron notas de diferentes medios con distintos puntos de vista. Creo que efectivamente hay una necesidad de que esto se debata. La peli aborda la realidad y no la embellece, afirma algunas cosas y a su vez dispara más preguntas, no subestimamos a los espectadores: yo no te tengo que deglutir todo para que tomes postura, acá están los datos y los nudos de debate, ésta es la complejidad. Lo que más recalcaron es que es una película que plantea las dos posturas desde un lugar de respeto de quienes están en pantalla. También hubo impacto en los varones que la vieron, es un cuestionamiento también a su consumo. Tuvo una repercusión mucho más grande de la que esperábamos en esta instancia, tuvo el efecto que buscábamos y espero que lo siga teniendo.