Hace algunas semanas el servicio en la línea B se vio interrumpido por medidas de fuerza de trabajadores tercerizados de seguridad privada de la empresa MCM, que reclamaban el pago de una deuda salarial, mejoras en las condiciones de trabajo (hacen jornadas de 12 horas) y la reincorporación de personal despedido. La medida fue acompañada por metrodelegados de la B.
La medida fue finalmente levantada con la firma de un acuerdo en el Ministerio de Trabajo de Ciudad. Los compañeros tercerizados consiguieron que MCM les abone $2.000 por viáticos y presentismo y el 50% de las extras que les debía; los despedidos fueron incorporados, sin antigüedad, por Briefing, otra empresa de seguridad privada. Además el acta establece que las partes siguen negociando el resto de los ítems. Es Metrovías quien debería absorber a estos trabajadores, sin afectar la bolsa de trabajo, una conquista de los trabajadores.
Con esta lucha salió a la luz otro tema: al parecer, el convenio colectivo de los vigiladores privados rama subte firmado en 2005 establece sueldos mayores a los que están pagando las empresas. Esto generó gran revuelo entre los tercerizados, que hasta hoy siguen analizando el tema.
Días después se produjo la caída del servicio por “problemas técnicos” en la B y otras líneas, lo que desató la furia de algunos usuarios que lamentablemente descargaron su hartazgo con los laburantes.
Todo esto no es una casualidad, sino el resultado de una política por parte de Metrovías y los gobiernos de Nación y Ciudad. Es el lastre del acuerdo de traspaso, que implicó la vuelta de las tercerizadas y el mantenimiento Metrovías, que maximiza sus ganancias a costa de la falta de inversión en mantenimiento y el trabajo precarizado –con el aval de ambos gobiernos–. A esto se suma la importación de trenes obsoletos e incompatibles con la red, que han convertido al subte en un verdadero engendro, en vez de desarrollar la industria ferroviaria nacional. En estas condiciones es imposible que no se produzcan fallas de funcionamiento reiteradamente. Y no hay que olvidarse de las muertes de varios compañeros por trabajar en condiciones inseguras.
Hace años que los trabajadores del subte vienen denunciando todo esto, pero sus reclamos no han tenido respuesta y la directiva de Pianelli-Segovia ha preferido no hacer olas. Cada vez son más los compañeros que reclaman acciones concretas cansados de esta situación.