¿“Trabajo sexual” o prostitución?

La posición del SUTEF y la CTA Autónoma de Tierra del Fuego.

La posición acerca de la prostitución es uno de los debates más fuertes que atraviesan el movimiento de mujeres. Se presentan dos posiciones irreconciliables: una plantea su rechazo rotundo; la otra, su “reglamentación”. La cuestión atravesó el último Encuentro de Mujeres en Rosario; y también tuvo expresión en el documento leído en Plaza de Mayo, donde menciona al “trabajo sexual” y a las “mujeres en situación de prostitución”. Como un aporte, entrevistamos a Florencia Villarreal, secretaria de Prensa del SUTEF y CTA-A de Tierra del Fuego, organizaciones que han tomado posición por la abolición de la prostitución.

–¿Cuál es la posición del SUTEF frente a la prostitución?
–En principio es un debate que tiene que ser abordado con mucha mayor profundidad todavía. Como organización tenemos una postura donde entendemos que no existe el llamado “trabajo sexual”, sino que la prostitución es uno de los flagelos contemporáneos, una forma de esclavitud de la mujer. No creemos que sea una libre elección, como si alguien en su vida se encontrara que tenía actitudes, pasión o deseo por este tipo de actividad. En cambio es la consecuencia de vulnerabilidades que tengan que ver con características sociales, socioeconómicas o psico-afectivas.

–¿Qué implicancias trae hablar de “trabajadoras sexuales”?
–La prostitución no es una activi dad económica que pueda ser abordada como “trabajo sexual” porque no existe dentro del ejercicio de una profesión libre. Todos sabemos que en las redes de prostitución está la trata de personas, están los proxenetas, están las redes de proxenetas o está la policía. Todos son diferentes sectores que se benefician económicamente del sometimiento físico, psíquico y afectivo de una o varias mujeres; que va desde la privación absoluta de la libertad de una mujer o al sometimiento de diferentes formas. Puede ser a través del alcohol, a través de las drogas o a través de mecanismos que se establecen mucho en una sociedad patriarcal. Quién somete su cuerpo a intercambiar sexo por dinero es porque hay situaciones de vulnerabilidad. Esto se suele presentar como una supuesta elección propia, pero en realidad socialmente se les quitaron otras alternativas para esas mujeres que terminan en la calle.

–¿Qué alcance tiene la problemática de la prostitución en Tierra del Fuego?
–Es un tema muy fuerte. Es una ciudad portuaria, alejada, donde originalmente la población eran militares o guardia cárceles. Esto significaba que era un lugar donde eran traídas las mujeres para poder satisfacer esos hombres que estaban en estas tierras tan lejanas, donde comunidad arraigada femenina había muy poca. Y con el pasar de los años, al ser una ciudad portuaria de un destino muy lejano, se habían instalado muchos prostíbulos. Y esos prostíbulos, que fueron creciendo como fue creciendo la población, se transformaron en lugares donde la práctica de la trata de las mujeres para la prostitución fue algo muy marcado. También el hecho de ser una isla significaba que las mujeres cuando venían de tan lejos y se les retenía el documento, no tenían forma de salir de la isla por tierra o por avión que no sea con un documento. Por lo cual quedaban completamente a la merced de sus proxenetas sin poder salir ni escaparse. Incluso, aunque pudieses deambular por la ciudad, no había forma de salir de la isla. Y el hecho de ser el puerto a la Antártida también significó que muchos marineros nacionales e extranjeros tuvieses su parada en Ushuaia después de muchos meses de navegación. Eso también daba la característica de ciudad prostibularia. Y, lamentablemente, con muchas compañeras que fueron traídas engañadas a un lugar tan lejano y que después eran sometidas al régimen prostibulario sin poder salir del mismo. Porque el sistema de deudas y el sistema de multas permanente, como siempre también en otros aspectos se trabajaba en la Patagonia, se fue aplicado a las mujeres que eran traídas para la práctica de la prostitución. Eso hacía que estén en un círculo vicioso del que nunca podían salir, porque siempre le estaban debiendo al que les pagó ese primer pasaje para poder venir a la isla. Siempre se le debía por una cosa o por la otra. Entonces quedaban atrapadas en una red de deudas al cual nunca podían salir.

–¿Cómo fue el acompañamiento a Alika Kinan en el juicio por trata?
–Nosotros, como Secretaría de Género de la CTA y del SUTEF, participamos en principio antes del juicio de Alika, que fue el que más repercusión tuvo. Previamente hubo otro en la ciudad de Ushuaia, porque fue un lugar donde funcionaban muchos prostíbulos. Y se logró llevar a juicio al clan Morales, donde claramente quedó demostrado cómo traían engañadas a través de publicidades en los diarios a mujeres; y una vez que llegaban a la isla eran buscadas en el aeropuerto y nunca más podían recuperar su libertad. Por suerte en ese juicio toda la familia del clan Morales fue condenada y está pagando su condena en la cárcel.

Después vino el juicio de Alika, emblemático en todo el país. Porque nunca antes había llegado en un juicio oral y público a prestar declaración una víctima. Y en ese juicio no sólo llegaron a prestar declaración oral en el juicio dos de las víctimas sino que una de ellas, que es Alika Kinan, fue quere llante no sólo de sus proxenetas sino también hacia el Estado. Se demostró cómo la Municipalidad conocía la situación que se vivía en los prostíbulos. De hecho tenía a los inspectores y todo un sistema de análisis y de libreta sanitaria para garantizar que las mujeres estuvieran en óptimas condiciones para ser consumidas por los prostituyentes. Una situación que a las claras deja al Estado en una situación tremenda ante estas mujeres que eran sometidas. Y en el juicio de Alika fueron condenados no sólo los proxenetas sino que también el Estado tuvo que pagar multas por haber omitido la situación en la cual se encontraban esas mujeres.

–¿Desde cuándo han tomado activamente esta cuestión?
–Precisamente cuando asistimos Alika Kinan, quien fue rescatada de uno de los prostíbulos más céntricos y más grandes de la ciudad. Vimos en ella una mujer que empezó una pelea contra su misma realidad, contra el Estado y contra toda una sociedad que la veía como “las putas” de la cuidad que se querían aprovechar de determinadas situaciones. Pero en realidad es una mujer con una familia en un estado de vulnerabilidad tremenda, que había quedado en la calle, donde nadie le quería dar trabajo y donde ella quería empezar a transita un camino fuera de la prostitución. Y donde también entendía que tenía que dar testimonio de lo que no debería pasarle a ninguna mujer.

Y en ese camino la acompañamos y trabajamos en una construcción conjunta, donde la CTA de Tierra del Fuego fue la primer CTA que se declaró por la abolición de la prostitución. Porque es una de las actividades más denigrantes, no sólo para las mujeres sino también para los niños y niñas que también se ven inmersos en este tipo de redes.